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domingo, 23 de abril de 2017

Prisciliano, o la astucia y milagro del Apóstol Santiago para que el Camino sea siempre de luz

  “¿Qué mecanismos se desencadenaron en los albores del siglo IX para que una tumba y unos restos hallados en los extremos del mundo conocido, el finis térrae, se identificaran sin vacilación y sin oposición del resto de la cristiandad como la tumba y los restos del Apóstol Santiago? (…) Santiago es el único apóstol de quien el Nuevo Testamento señala el lugar de la muerte e implícitamente del enterramiento.
 ¿Por qué unos eclesiásticos, que leían en los Hechos de los Apóstoles y en los Martirologios que Santiago murió a manos de Herodes en Palestina, se le ocurre atribuir al Apóstol un sepulcro en un lugar de Galicia, que se siente carente de tradición? ¿Y por qué fue aceptada la identificación en el resto de la Cristiandad? Sin algún hecho precedente que sirviese de raíz, la identificación o invención aún reduciéndola a pía confusión o fraude sería un imposible psicológico”- José Guerra Campos-.
  Prisciliano fue ejecutado en el siglo IV por Magno Clemente Máximo y la cámara mortuoria del edículo donde se hallaron los restos del ¿Apóstol Santiago? permanecieron selladas desde la segunda mitad del siglo II hasta su descubrimiento en el siglo IX por el monje Pelayo. Vid. La fecha del mosaico acredita un culto muy anterior a Prisciliano y si se hubiese producido un enterramiento en el siglo IV o V, hubiera sido detectado por la Arquelogía, por lo que podemos deducir con exactitud que sus restos no están enterrados en la tumba compostelana.
 “Todos estos aspectos girarán en torno a la historia de la Catedral como única expresión del culto jacobeo, por ello la arqueología que se realizaba era fundamentalmente una arqueología de la Catedral. (…) El hilo conductor de esta visión unívoca y encerrada en sí misma de la historia de la Catedral está en la tumba del Apóstol, verdadera obsesión de la investigación histórica de la Catedral y causa de buena parte de las intervenciones arqueológicas en ella. (…) La historia de la praxis arqueológica en la catedral se expresa en dos etapas claramente diferenciadas: una primera, que podemos considerar precientífica, pues existe hecho arqueológico pero no consciencia arqueológica, y otra, posterior, científica, cuando hecho y consciencia van unidos. La etapa precientífica incluye todos aquellos episodios que desde el momento mismo del descubrimiento del sepulcro, que es también el primero de ellos, manifestaban el contacto con una realidad arqueológica que surgía no solo de la presencia física: los restos antiguos subyacentes al locus apostolico, sino también de la necesidad ideológica suscitada por el hecho fundacional, el cual, como indicábamos, es en si mismo un hecho arqueológico. (…) La etapa que podemos denominar científica comienza de la mano del canónigo D. Antonio López Ferreiro, cuyas exploraciones en el edículo apostólico (1878-79) constituyen todo un hito en la historia de la arqueología cristiana. (…) Se realizaba una arqueología de la Catedral, cuando lo necesario hubiese sido que la praxis arqueológica se ubicase por encima del hecho estructural concreto para tener una perspectiva de su significación histórica global, lo que nosotros entendemos por una actuación arqueológica EN LA catedral. Esta otra visión nos permitiría conocer cuál era el carácter de la ocupación en época romana y su evolución hasta la medieval”. José Suárez Otero.
  La hipótesis priscilianista tiene interés entre novelistas, y nacionalistas gallegos. Sánchez Dragó, Sánchez Albornoz y Unamuno se hacen eco de esta hipótesis que ha pasado a convertirse en la rival oficial de la Iglesia Católica. Sea como fuere, “el tema de Prisciliano es una boutade. No hay noticias escritas de que su cadáver hubiera sido trasladado de Treveris a Galicia” -Francisco Singul-. De cualquier forma, si la ciencia descubriera que los huesos del Apóstol no pudieran ser los que se conservan en la Catedral, nada cambiaría porque el Camino para los creyentes es un peregrinaje ecuménico. El propósito de este artículo no es intentar des-velar el misterio sino el de refutar por las pruebas arqueológicas la hipótesis priscilianista.
  ¿Quién fue Prisciliano? Un “hombre de noble cuna, grandes riquezas, atrevido, inquieto, elocuente, erudito gracias a sus grandes lecturas, siempre listo para el debate y la discusión” -Sulpicio Severo- Las doctrinas priscilianistas se basaban en el dualismo gnóstico-maniqueo, una creencia en la existencia de dos reinos, uno de la luz y otro de la oscuridad. Decían que los ángeles y las almas de los hombres eran arrancadas de la sustancia de la deidad. Las almas humanas estaban destinadas a conquistar el reino de las tinieblas, pero cayeron y fueron aprisionadas en cuerpos materiales. Así ambos reinos están representados en el hombre, y de ahí el conflicto simbolizado por parte de la luz por los doce patriarcas, espíritus celestiales, que corresponden a ciertos poderes humanos; y por parte de la oscuridad, por los signos del zodiaco, símbolos de la materia y del reino inferior. La salvación del hombre consiste en la liberación del dominio de la materia. Cuando los doce patriarcas no pudieron liberarle, vino el Salvador en un cuerpo celeste que aparecía como el de otros hombres y con su doctrina y su muerte aparente liberó las almas de los hombres de la influencia de lo material. Vid.
  Prisciliano predicaba la austeridad y la pobreza instando a abandonar la opulencia para unirse a los pobres, concedió gran importancia a la mujer y recomendaba el celibato pero sin prohibirlo a monjes y clérigos. Recordemos que el celibato se aborda por primera vez en el Concilio de Elvira circa 324 y es con el papa Gregorio VII cuando lo impone la Iglesia Católica a sus sacerdotes en el año 1074.

  En el año 385 Prisciliano llega a Tréveris, donde es acusado, a través de Evodio, prefecto del emperador, de la práctica de rituales mágicos que incluyen danzas nocturnas, el uso de hierbas abortivas y la practica de la astrología cabalística. Tras obtener mediante tortura una confesión del mismo Prisciliano, es decapitado junto a sus seguidores Felicismo, Armenio, Eucrocia, Latroniano, Aurelio y Asarino. Todos ellos se convierten en los primeros herejes ajusticiados por una institución civil (secular) a instancias de algunos obispos católicos. La mayoría de los obispos católicos de Occidente con Martin de Tours a la cabeza protestaron contra tal decisión, y hasta el papa Siricio criticó duramente el proceso. Fuente. En palabras de Menéndez Pelayo: “Prisciliano se presentó como un teólogo protestante que no acató más autoridad que la de la Biblia y se guió al interpretarla por los dictámenes de la propia razón”.
  A esa otra autoridad al margen de la Biblia, nacionalismo, esoterismo, corriente new age, novela histórica, leyenda o falta de rigor, que es la Arqueología, apelamos para afirmar sin duda alguna que Prisciliano fuera un santo o un hereje, en todo caso hijo de su tiempo y del maniqueísmo no puede estar enterrado en la cripta del Apóstol. Pero en todo caso, la leyenda es otro milagro para hacer del Camino un viaje de luz entre lo esotérico que representa Prisciliano y lo exotérico (con x) que representa Santiago el Mayor.
  Recordemos que es preciso diferenciar el Camino de Santiago del Camino a Santiago. El primero conlleva una peregrinación religiosa; el segundo iniciática, cultural, deportiva, histórica, etc. Hacer el Camino de Santiago pietatis causa, nos fusiona con las religiones exotéricas (con x), es decir, las religiones del Libro que conocemos (islam, judaísmo, cristianismo), lo sagrado está fuera de mí, en la Biblia o el Corán, es externo, una cuestión de creencias, no de evidencia; hacerlo por motivos de búsqueda nos entronca con las religiones esotéricas, de lo oculto, lo interno, sin sumisión dócil a ningún dogma. Cfr.

  He aquí más allá del debate donde encontramos el inescrutable Camino del Señor: hacer que el motivo de la peregrinación sea religioso o espiritual aunque sea en sentido de búsqueda porque siempre estará dominado por la astucia de cualquiera de sus leyendas.

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