“¿Qué
mecanismos se desencadenaron en los albores del siglo IX para que una
tumba y unos restos hallados en los extremos del mundo conocido, el
finis térrae, se
identificaran sin vacilación y sin oposición del resto de la
cristiandad como la tumba y los restos del Apóstol Santiago? (…)
Santiago es el único apóstol de quien el Nuevo Testamento señala
el lugar de la muerte e implícitamente del enterramiento.
¿Por
qué unos eclesiásticos, que leían en los Hechos de los Apóstoles
y en los Martirologios que Santiago murió a manos de Herodes en
Palestina, se le ocurre atribuir al Apóstol un sepulcro en un lugar
de Galicia, que se siente carente de tradición? ¿Y por qué fue
aceptada la identificación en el resto de la Cristiandad? Sin algún
hecho precedente que sirviese de raíz, la identificación o
invención aún
reduciéndola a pía confusión o fraude sería un imposible
psicológico”- José Guerra Campos-.
Prisciliano
fue ejecutado en el siglo IV por Magno
Clemente Máximo y la cámara mortuoria del edículo
donde se hallaron los restos del ¿Apóstol Santiago? permanecieron
selladas desde la segunda mitad del siglo II hasta su descubrimiento
en el siglo IX por el monje Pelayo. Vid.
La fecha del mosaico acredita un culto muy anterior a Prisciliano y
si se hubiese producido un enterramiento en el siglo IV o V, hubiera
sido detectado por la Arquelogía, por lo que podemos deducir con
exactitud
que sus restos no están enterrados en la tumba
compostelana.
“Todos
estos aspectos girarán en torno a la historia de la Catedral como
única expresión del culto jacobeo, por ello la arqueología que se
realizaba era fundamentalmente una arqueología de la Catedral. (…)
El
hilo conductor de esta visión unívoca y encerrada en sí misma de
la historia de la Catedral está en la tumba del Apóstol, verdadera
obsesión de la investigación histórica de la Catedral y causa de
buena parte de las intervenciones arqueológicas en ella.
(…) La historia de la praxis arqueológica en la catedral se
expresa en dos etapas claramente diferenciadas: una primera, que
podemos considerar precientífica, pues existe hecho arqueológico
pero no consciencia arqueológica, y otra, posterior, científica,
cuando hecho y consciencia van unidos. La etapa precientífica
incluye todos aquellos episodios que desde el momento mismo del
descubrimiento del sepulcro, que es también el primero de ellos,
manifestaban el contacto con una realidad arqueológica que surgía
no solo de la presencia física: los restos antiguos subyacentes al
locus apostolico,
sino también de la necesidad ideológica suscitada por el hecho
fundacional, el cual, como indicábamos, es en si mismo un hecho
arqueológico. (…) La etapa que podemos denominar científica
comienza de la mano del canónigo D. Antonio López Ferreiro, cuyas
exploraciones en el edículo apostólico (1878-79) constituyen todo
un hito en la historia de la arqueología cristiana. (…) Se
realizaba una arqueología de la Catedral, cuando lo necesario
hubiese sido que la praxis arqueológica se ubicase por encima del
hecho estructural concreto para tener una perspectiva de su
significación histórica global, lo que nosotros entendemos por una
actuación arqueológica EN LA catedral. Esta otra visión nos
permitiría conocer cuál era el carácter de la ocupación en época
romana y su evolución hasta la medieval”. José
Suárez Otero.
La
hipótesis priscilianista tiene interés entre novelistas, y
nacionalistas gallegos. Sánchez Dragó, Sánchez Albornoz y Unamuno
se hacen eco de esta hipótesis que ha pasado a convertirse en la
rival oficial
de la Iglesia Católica. Sea como fuere, “el tema de Prisciliano es
una boutade.
No hay noticias escritas de que su cadáver hubiera sido trasladado
de Treveris a Galicia” -Francisco Singul-. De cualquier forma, si
la ciencia descubriera que los huesos del Apóstol no pudieran ser
los que se conservan en la Catedral, nada cambiaría porque el Camino
para los creyentes es un peregrinaje
ecuménico. El
propósito de este artículo no es intentar des-velar el misterio
sino el de refutar por las pruebas arqueológicas la hipótesis
priscilianista.
¿Quién
fue Prisciliano? Un “hombre de noble cuna, grandes riquezas,
atrevido, inquieto, elocuente, erudito gracias a sus grandes
lecturas, siempre listo para el debate y la discusión” -Sulpicio
Severo- Las
doctrinas priscilianistas se basaban en el dualismo
gnóstico-maniqueo, una creencia en la existencia de
dos reinos, uno de la luz y otro de la oscuridad. Decían que los
ángeles y las almas de los hombres eran arrancadas de la sustancia
de la deidad. Las almas humanas estaban destinadas a conquistar el
reino de las tinieblas, pero cayeron y fueron aprisionadas en cuerpos
materiales. Así ambos reinos están representados en el hombre, y de
ahí el conflicto simbolizado por parte de la luz por los doce
patriarcas, espíritus celestiales, que corresponden a ciertos
poderes humanos; y por parte de la oscuridad, por los signos del
zodiaco, símbolos de la materia
y
del reino inferior. La salvación del hombre consiste en la
liberación del dominio de la materia. Cuando los doce patriarcas no
pudieron liberarle, vino el Salvador en un cuerpo celeste que
aparecía como el de otros hombres y con su doctrina y
su muerte aparente liberó las almas de los hombres de la influencia
de lo material.
Vid.
Prisciliano predicaba la austeridad y
la pobreza instando a abandonar la opulencia para unirse a los
pobres, concedió gran importancia a la mujer y recomendaba el
celibato pero sin prohibirlo a monjes y clérigos. Recordemos que el
celibato se aborda por primera vez en el Concilio
de Elvira circa 324
y es con el papa Gregorio
VII cuando lo impone la Iglesia Católica a sus sacerdotes en el
año 1074.
En
el año 385 Prisciliano llega a Tréveris, donde es acusado, a través
de Evodio, prefecto del emperador, de la práctica de rituales
mágicos que incluyen danzas nocturnas, el uso de hierbas abortivas y
la practica de la astrología cabalística. Tras obtener mediante
tortura una confesión del mismo Prisciliano, es decapitado junto a
sus seguidores Felicismo, Armenio, Eucrocia, Latroniano, Aurelio y
Asarino. Todos ellos se convierten en los primeros herejes
ajusticiados por una institución civil (secular) a instancias de
algunos obispos católicos. La mayoría de los obispos católicos de
Occidente con Martin de Tours a la cabeza protestaron contra tal
decisión, y hasta el papa Siricio criticó duramente el proceso. Fuente. En
palabras de Menéndez Pelayo: “Prisciliano se presentó como un
teólogo protestante que no acató más autoridad que la de la Biblia
y se guió al interpretarla por los dictámenes de la propia razón”.
A
esa otra autoridad al
margen de la Biblia, nacionalismo, esoterismo, corriente new
age,
novela histórica, leyenda o falta de rigor, que es la Arqueología,
apelamos para afirmar sin duda alguna que Prisciliano fuera un santo
o un hereje, en todo caso hijo
de su tiempo
y del maniqueísmo
no puede estar enterrado en la cripta
del Apóstol. Pero en todo caso, la leyenda es otro
milagro
para hacer del Camino un viaje
de luz
entre lo esotérico que representa Prisciliano y lo exotérico (con
x) que representa Santiago el Mayor.
Recordemos
que es preciso diferenciar
el Camino
de Santiago del Camino a Santiago.
El primero conlleva una peregrinación religiosa; el segundo
iniciática, cultural, deportiva, histórica, etc. Hacer el Camino de
Santiago pietatis
causa,
nos fusiona con las religiones exotéricas (con x), es decir, las
religiones del Libro que conocemos (islam, judaísmo, cristianismo),
lo sagrado está fuera de mí, en la Biblia o el Corán, es externo,
una cuestión de creencias, no de evidencia; hacerlo por motivos de
búsqueda nos entronca con las religiones esotéricas, de lo oculto,
lo interno, sin sumisión dócil a ningún dogma.
Cfr.
He
aquí más allá del debate donde encontramos el inescrutable Camino
del Señor: hacer que el motivo de la peregrinación sea religioso o
espiritual aunque sea en sentido de búsqueda porque siempre estará
dominado por la astucia de cualquiera
de sus leyendas.
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