Las estadísticas de la Oficina del Peregrino recogen una paridad entre hombres y mujeres que hacen el Camino. Pero ha sido la mujer la que ha introducido las emociones, la poesía, y los colores y dolores del Camino. Decía Unamuno que había que aprender a leer con los oídos y no con los ojos porque hay que escuchar lo que se lee, y no ver lo que se lee. La mujer enseña a hacer el camino con el corazón y no con los pies porque hay que sentirlo y no solo caminarlo.
La filosofía, el pensamiento, las opiniones y los sentimientos son un ver qué. El sistema copernicano tuvo un logro: reducir el número de esferas para explicar el movimiento de los planetas y mantener los dogmas de la astronomía hasta entonces: la circularidad y la uniformidad de los movimientos celestes. Pero Tycho Brahe seguía viendo la perfección de la Santísima Trinidad en los cielos, y mantuvo a la Tierra en el centro del universo con la Luna y el Sol girando circularmente alrededor de ella y el resto de los planetas girando alrededor del Sol; Kepler vio la racionalidad divina en sus tres leyes haciendo coincidir geometría y observación empírica con órbitas elípticas y dio un empujón al heliocentrismo. Ambos miraban al cielo con distintos ojos, veían lo mismo pero interpretaban distinto.
Cuando uno hace etapas con mujeres y lee en los foros de las Redes Sociales lo que ellas publican, ve y siente un Camino vivido de manera diferente. Ese es en mi opinión otro de los milagros en el Camino que se suma a los milagros del Camino.
La cultura de género ha introducido nuevos paradigmas: hay hombres femeninos y mujeres masculinas sin que ello signifique concordancia con su orientación sexual. Hay mujeres que focalizan su atención en recorridos de distancias de etapas, dureza de rampas, kilómetros para ganar la compostela, etc. y hombres que se centran en las emociones, pero el Camino es un infinito inabarcable que no puede resumirse en un libro, en otras palabras, la riqueza de matices y colores acercan más a la experiencia que las visiones monolíticas. Por ello me interesa la mujer femenina que transmite esa emotion is back frente al primado de la racionalidad con ese toque de equilibrio para ambas.
Afirmaba Juan José Millás que en la plusvalía y en el sexo siempre hay un reducto inconcebible. Añadimos que también en el Camino. Siempre encontraremos las motivaciones más incomprensibles, pero la mujer nos ha enseñado que el Camino es emoción y que no puede haber una reductio a lo religioso, espiritual, cultural, deportivo, etc. Por ejemplo Nieves en el Clímax del Caminante pregunta: "Para poder caminar satisfactoriamente en compañía, es importante aprender primero a caminar solo. ¿O será al revés?" O lees comentarios de ellas que hablan de sus ampollas, de sus miedos, de sus locuras, de sus bajonazos, de sus penas, de sus alegrías, de sus limitaciones.
Una invitación al diálogo en el Camino en sentido etimológico, como compartir logos, y no un mero monólogo en el Camino, como lo entendía Oscar Wilde, nadie escucha, tan solo espera su momento de réplica. En castizo, Nieves propone aprender a darle al palique escuchando; y en general ellas hablan sin miedo de sus miedos, de sus emociones, de sus lágrimas, de su no pain no glory y de lo que su corazón ha latido haciendo el Camino.
En el año 2004 según la Oficina del peregrino había una desproporción entre hombres y mujeres en favor de los hombres que se ha ido equilibrando hasta la paridad que hemos subrayado. Ellas se han lanzado y han lanzado sus propias Redes Sociales en las que adjetivan con poesía la experiencia: magia, sueño, sensaciones, conversaciones, sentimientos, flores, olores... He aquí el aprendizaje romántico del Camino: las emociones reclamando su espacio para explicar mejor que la racionalidad su esencia y su experiencia en complicidad y armonía con las cosas del corazón y los misterios de la vida. ¡Gracias peregrinas!