Puertollano dispuso de un pequeño zoo
durante unos veinte años (finales de los 50 hasta finales de los
70). Estaba ubicado en La Rincona,
popularmente conocida como las pocitas de Almodóvar
para diferenciarla de las pocitas
del Prior de la carretera de
Argamasilla. Había un jabalí, un zorro, ciervos, cuervos, urracas,
cigüeñas y la mona de las pocitas.
Como
sentenció Valle Inclán, las cosas no son tal como son, sino como
las recordamos. La
memoria
siempre es
subjetiva,
las crónicas, la Historia, los acontecimientos...se escriben o no y
se interpretan, y se reinterpretan,
pero
no tienen memoria, otra cuestión sería la pretendida objetividad
del historiador, pero como demostró el
círculo de Viena es imposible ciencia, sabiduría, conocimiento
u opinión alguna fuera de un marco de valores. Tan solo se puede
aspirar a que las conclusiones del investigador
no
estén dirigidas a falsear la verdad, el rigor, o el método empleado
y sus fuentes.
En
la memoria de mi infancia
el recuerdo de la mona de las pocitas, está anudada a una leyenda
urbana infantil:
la mona, había logrado escapar de su jaula y esconderse en el Circo
Mundial que en las ferias de mayo se instalaba en una gran carpa en
Puertollano. En
otras palabras, fuimos
pioneros
de la nueva sensibilidad
en la ética de la compasión a los animales fabulando
un happy end de
nuestra mona feliz
y abrazada a otros chimpancés.
Los animales que aún vivían cuando se cerró el zoo fueron llevados al de Madrid, pero con la carta de derechos de los animales negociada por nuestra mona. La mona de las pocitas vive en nuestros corazones, en nuestros recuerdos de tardes de bocata de tortilla y bebida del bar de la Rincona. Éramos pobretes pero alegretes como afirmó Vázquez Montalbán, teníamos guasa en lugar de whatsapp y nuestra mona nos obligaba a hablar entre nosotros mientras nos enseñaba que todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen los mismos derechos a la existencia, a la atención, a los cuidados y a la protección del hombre.
A
diferencia de otros animales
mediáticos de
zoo, Chu-Lin
o Copito
de Nieve, nuestra mona solo existe
en la memoria de los puertollaneros, sin hemerotecas, vídeos de
youtube, efemérides ni homenajes. Pero nuestra
mona simboliza la lucha por el reconocimiento de las especies en
los parques
zoológicos. El corazón nunca se equivoca, y el paisanaje de mi pueblo siempre muestra su mejor condición: la confianza antropológica que te da afirmar y afirmarnos que somos buena gente.
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