Del lat. tardío pleonasmus, y este del gr. πλεονασμός pleonasmós.
1. m. Ret. Empleo en la oración de uno o más vocablos, innecesarios para que tenga sentido completo, pero con los cuales se añade expresividad a lo dicho, como en en fuga irrevocable huye la hora.
2. m. Demasía o redundancia viciosa de palabras.
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Del lat. redundantia.
1. f. Sobra o demasiada abundancia de cualquier cosa o en cualquier línea.
2. f. Repetición o uso excesivo de una palabra o concepto.
3. f. Cierta repetición de la información contenida en un mensaje, que permite, a pesar de la pérdida de una parte de este, reconstruir su contenido.
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¿Previo/a puede sustituir a anterior?
Aplicado a cita significa que
se ha fijado con anticipación o que es anterior a otra que se va a
tener después. Cita
previa es pues, siempre, una redundancia, un pleonasmo.
Es como decir subir
para arriba, bajar para
abajo, o cadáver muerto pero con pretensión de cierta solemnidad
lingüística.
En
la proposición 5.6 de su obra Tractatus
Logico-Philosophicus
Ludwing
Wittgenstein afirmó que “los
límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”.
¿Qué se entiende por lenguaje y qué por mundo?: “Esto, dice
Wittgenstein, da la clave del solipsismo. Lo que el solipsismo
pretende es ciertamente correcto, pero no puede decirse, solo puede
mostrarse. Que el mundo es mi
mundo
se muestra en el hecho de que los límites del lenguaje (el único
lenguaje que yo entiendo) indican los límites de mi mundo. El sujeto
metafísico no pertenece al mundo, es un límite del mundo”.-
Bertrand Russell-.
Es
decir si el lenguaje, es algo
mío,
y no una mera colección
de
flatus
vocis. No se pretende hacer una hipostatización
de los conceptos de lenguaje y mundo,
sino algo mucho más baladí: si necesitamos los pleonasmos para
hacer comprensible un mensaje.
Una
de dos, o los responsables de las organizaciones desconocen que cita
previa
es pleonasmo, o han llegado a la conclusión de que sin esa
redundancia,
la clientela no lo
tendría claro
y demandaría sin
cita
determinado servicio. En
otras palabras, si hay un consenso unánime de que la necedad siempre
triunfa y que de alguna manera hay que matar
al estilo.
Ahora
bien, ¿por qué no decimos que tenemos una cita previa con nuestra
pareja, amigo, el vendedor del coche que queremos comprar, o en las
páginas de encuentros en internet no buscamos cita
previa a ciegas?
Tal vez porque la necedad apetece de pompa y circunstancia en
contextos que consideramos fuera de nuestras relaciones cotidianas.
El manual de
estilo
de la patanería
siempre termina por perder el verdadero valor de las palabras como seña de identidad.
¿Por
qué nos siguen llamando caballeros
a los hombres en los bares, tiendas, y logotipos de los aseos cuando
dicho término es de origen medieval y referido al hecho de poseer
un caballo? Vid.
En castizo, si no entramos a
caballo en el restaurante, ¿por qué nos preguntan qué
desea el caballero?,
¿por qué a las mujeres no se les llama damas
fuera de contextos de mucha solemnidad y boato? Por
la misma razón que el uso del pleonasmo cita
previa,
porque la vulgaridad apetece de emplear un lenguaje artificioso
que enmascara los límites de nuestro mundo.
El
problema de matar al
estilo no
es tanto desvirtuar el sentido de las palabras y maltratar a la
gramática, sino limitar nuestro mundo, estrecharlo y encerrarlo como
a una mosca en una botella parafraseando la metáfora de
Wittgenstein. Una vez que la mosca ha quedado atrapada en la botella, la única filosofía posible es enseñarla a salir. Una tarea más homérica que caballeresca, salvo que tenga como pretensión pedir cita a una dama.
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