Translate

AddToAny

miércoles, 18 de marzo de 2015

El almanaque de la vida

   


   Platón en El Banquete nos narra un mito según el cual hubo un tiempo en que la tierra estaba habitada por una especie de personas esféricas que tenían dos caras, cuatro piernas y cuatro brazos perteneciendo a tres sexos distintos: el masculino descendiente del Sol; el femenino descendiente de la Tierra, y el andrógino descendiente de la Luna. La insolencia de estos seres provocó la ira de Zeus que decidió partirlos por su mitad y condenarlos a buscar y refugiarse afectivamente unos en otros.

     La felicidad se plasma en muchos momentos de la vida, uno de ellos se materializa cuando los amantes se funden en besos. Metafóricamente, el amor surge cuando Cupido nos empareja, prepara sus flechas, y espera el momento preciso para dispararlas. 

     Al margen de la carga de romanticismo, lo cierto es que la tradición de hacer regalos a los seres queridos en fechas señaladas, es una forma de intercambio de bienes y de reciprocidad, en la que las motivaciones individuales y sociales actúan como si  una poderosa fuerza interna nos guiara. Comprometemos gasto, las tiendas exhiben sus mejores mercancías, y los escaparates se montan con suma dedicación.
    Tal vez Hayek cuando afirmó que el mercado era el producto de la acción humana y no el diseño de su institución, tuvo presentes los brotes de alegría que los momentos especiales suponen en la vida de las personas. Pese a las críticas de quienes las desprecian por anudarlas a un mero consumo, seguiremos el guión y regalaremos presentes en el calendario que nos recuerda y evoca a quienes tenemos instalados en nuestras vidas. Y ello obviamente irradia a cualquier efemérides que nos haga reforzar los lazos de unión.
   El entusiasmo con el que guiamos estas acciones, nos individualiza frente a un mundo deshumanizado, y nos instala en nuestra dimensión espiritual frente al ser unidimensional en el que nos ha transformado el pragmatismo y la cultura científica y técnica. Cuando pensamos en ese ser especial de nuestras vidas, tomamos conciencia por anamnesis de que la condena de Zeus cuando decidió partirnos por la mitad para anhelar perpetuamente a la parte amputada, supuso el triunfo del amor, la amistad y los lazos familiares.
     Los regalos junto a los renovados propósitos de cada Año Nuevo, son nuestro personal libro de autoayuda. Son estrategias para darnos dosis de chispazos vitales.
     No necesitamos gurús que guíen nuestro comportamiento, ese tipo de recomendaciones termina siendo como el manual ininteligible de instrucciones de cualquier aparato tecnológico, al que sólo con el ensayo, error y manejo logramos sacarle las prestaciones, tan solo necesitamos soñar y mantener las ilusiones. Luis Buñuel afirmaba, “si me dijeran te quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante cada uno de los días que vas a vivir?, yo respondería: dadme dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición de que luego pueda recordarlos”. Poesía para eludir el momento cotidiano de la vida- Ortega y Gasset- frente a la abulia; determinación frente a la pereza: en el Principio no era el Verbo, era la Acción -Goethe-.
   Y es que el sueño tiene que acariciarse en el mundo real, en la vida. El maestro Frank Capra nos lo enseñó en su película Qué Bello es Vivir. Eros frente a Tánatos, las ganas de vivir frente a la muerte como metáfora de la desidia. Solo las personas que se agitan en el mar, disfrutan de sus olas. Hagamos poesía para todas las preguntas que no se puedan responder, y para todo lo demás, la famosa tarjeta de crédito. Aprendamos a saber si la vida nos sonríe, sin mutilar margaritas: la vida es un misterio, y los misterios, se nos des-velan.
  P.D. Los detractores del mercado del  regalo el día de San Valentín luchan en vano. El mismísimo dios Eros tuvo que agasajar a Psique con banquetes nocturnos en su palacio para seducirla.