Esto es lo
que dice al respecto el Diccionario panhispánico de dudas:
Español.
Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de
América, y que también se habla como propia en otras partes del
mundo, son válidos los términos castellano y
español. La polémica sobre cuál de estas
denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. El término
español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad,
ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca
de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación
que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch,
spagnolo, etc.). Aun siendo también sinónimo de español,
resulta preferible reservar el término castellano para
referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla
durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla
actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre
castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en
relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos
territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
-Fuente: Fundéu BBVA-.
“Nuestro idioma no se llama
castellano. El castellano como dice Camilo
José Cela, no es sino el
generoso español que se habla en Castilla. Nadie en América dice
castellano, ni se refiere a él. Se habla español. En Cuba nunca oí
que se dijera castellano. Siempre español. De hecho en Cuba, a los
españoles que llegaron después de la independencia se les llamó
gallegos, como se les conoce en Argentina. Así que como ve el
castellano no existe en Hispanoamérica. Existe el
español”.-Guillermo
Cabrera Infante-.
“Es
una aberración llamar latinoamericanos
a los hispanoamericanos.
¿Desde cuando está la Roma antigua en México? ¿Y en Buenos Aires?
¿Quién germinó esa aberración? Quien introdujo el término
latino fue un ministro de Napoleón III para justificar de alguna
manera su intervención en México. Al pobre del emperador
Maximiliano, que pretendía ser Rey de México, lo fusilaron, y su
esposa Carlota murió absolutamente loca en Bélgica cantando
habaneras”.- Guillermo Cabrera Infante-.
“Partiendo de los principios
enunciados por la Constitución, España se ha organizado
territorialmente en 17 Comunidades Autónomas cada una de ellas con
una amplia autonomía que incluye un Gobierno regional y un
Parlamento con capacidades legislativas. En los Estatutos de
Autonomía de seis de estas comunidades se reconoce a otra lengua
como cooficial junto con el español: en Cataluña y en las Islas
Baleares el catalán,
en Valencia el valenciano,
variedad del catalán, en Galicia el gallego,
en el País Vasco el euskera
y en Navarra también el vasco o euskera aunque solo en una parte de
su territorio.
Para completar este panorama de la variedad lingüística española hay que añadir que el Estatuto de Cataluña reconoce la existencia en el Valle de Arán de una lengua propia, el aranés, una variedad de la lengua occitana, y le asegura plena protección. El Estatuto de Asturias reconoce la existencia del bable y asume su protección aunque no le reconoce carácter de cooficialidad. Y el Estatuto de Aragón recomienda proteger el aragonés, que se ha mantenido en algunos valles pirenaicos y el catalán hablado en una zona fronteriza con Cataluña”. -Lengua y lenguas de España. Miguel Siguán (catedrático emérito de la Universidad de Barcelona)-.
He
dejado que los maestros
se pronuncien avalando el uso de los términos español e
hispanoamericano en lugar de castellano y latinoamericano. Me posiciono en favor del uso de la denominación de español como
lengua común de todos los españoles, porque en una sociedad plagada
de necios y dirigida políticamente para utilizar la lengua como
instrumento de discriminación, el uso del término castellano, lleva
in nuce
el mensaje subliminal de que Castilla y por extensión Madrit,
imponen su cultura y su lengua como si de una continuación de la
Dictadura de Franco se tratase.
El
lenguaje es la construcción artificial del pensamiento; el lenguaje
es fáctico, podemos hacer acta notarial de aquello de lo que estamos
hablando, por el contrario el pensamiento es contrafáctico. Por
ello, el bilingüismo entendido como la capacidad de pensar, en el
sentido de construir el pensamiento en dos lenguas diferentes, solo
es posible en determinados supuestos. No lo confundamos con la
adquisición de cierta habilidad para comunicarse y hablar en otra
lengua. En palabras de Unamuno: La
sangre de mi espíritu es mi lengua...y mi patria es allí donde
resuene. Dicha
cita la recoge Carolina Rodríguez en un artículo publicado en su
blog, como madre
coraje
que ha entregado
en el instituto donde cursa estudios su hijo, una carta solicitando
que se apliquen los dictámenes en relación con la enseñanza en
español en Cataluña, tanto del Tribunal Constitucional, como del
Tribunal Supremo y del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, y
que se garantice el estudio de las lenguas catalana y española,
aplicándose el porcentaje que debería por ley tener el español.
Porque
de eso se trata, de garantizar derechos y libertades sin entrar en
tecnicismos de diglosia,
ni
de resoluciones
judiciales,
denunciando la discriminación
que
señala con el dedo al alumno que pone en jaque a todo un sistema
educativo, porque no tiene previstas estas situaciones dado que la
presión que ejerce para imponer la inmersión
lingüística la
lleva a cabo la Acorazada
Nazionalista.
Pensemos
en español que es lo mismo que pensar en cualquiera de las lenguas
de España, y usemos el término español para referirnos a nuestra
lengua, con el objeto de vertebrar nuestra Nación, promover la
libertad, la igualdad, y el derecho de los padres a elegir la lengua
vehicular de sus hijos. España deshizo a Castilla en palabras de
Sánchez
Albornoz,
no dejemos que España deshaga al castellano.