"El Señor dijo a Moisés y a Aarón: Decid a los israelitas: Estos son los animales que podéis comer de todos los que hay en la tierra. Todo animal de pie partido, con la pezuña hendida y que rumie, lo podréis comer. Pero de entre los que rumian y tienen pezuñas no podréis comer (...) el cerdo, que tiene la pezuña partida, pero no rumia lo tendréis por impuro. No comeréis sus carnes ni tocaréis sus cadáveres: los tendréis por impuros"- Lv 11, 1-8
"Di: No encuentro en lo que se me ha inspirado ninguna prohibición de comer de todo ello para nadie, a menos que se trate de un animal muerto o de sangre derramada, o carne de cerdo, pues es una impureza". Corán 6-145 Sura de los rebaños.
Foto de cabecera: Día del chorizo en la chimenea cuadrá José Rueda Mozos
Foto de cabecera: Día del chorizo en la chimenea cuadrá José Rueda Mozos
Para judíos y musulmanes el consumo de carne de cerdo estaba prohibido, de manera que "más judíos hizo cristianos el tocino y el jamón que la Santa Inquisición" reza nuestro refranero. Sea como fuere si un vecino no comía puerco era un síntoma de que la conversión forzosa para eludir el exilio, demostraba que no había abandonado su fe. Nuestro Don Quijote comía duelos y quebrantos, es decir huevos y torreznos, plato que entroncaba con nuestra tradición de ahuyentar sospechas y que Américo Castro en su obra Cervantes y los casticismos españoles atribuye su denominación, al supuesto dolor físico y moral de los conversos obligados a comer carne de marrano.
Puertollano celebra cada 23 de enero la tradición de comerse un bocadillo de chorizo en los cerros de Santa Ana, de San Sebastián, las pocitas, la Dehesa Boyal o más recientemente en el Paseo de San Gregorio coincidiendo con la efeméride de San Ildefonso de Toledo. Sin entrar en el debate sobre el origen incierto de nuestra festividad, podemos afirmar que sea como fuere tuvo in illo tempore un sentido de afirmación cristiana en el que las familias degustaban el cerdo en el cerro donde estuvo erigida una ermita con anterioridad a la construcción de la chimenea cuadrá en honor a la madre de la Virgen, la cual se presentó al santo con cuya celebración coincide nuestra fiesta del chorizo.
Hoy la festividad ha perdido todo rastro de connotación religiosa y se mantiene como un día lúdico reuniendo a las familias que van a recoger al mercado de abastos bocadillos de carne de cerdo frita y limonada, gracias a la iniciativa de las peñas Raíces Manchegas, Porrascazos Blu Bla y del Ayuntamiento de Puertollano que han logrado recuperar una tradición que estuvo a punto de desaparecer.
Nuestro bocata de chorizo nunca fue un bollo preñao sino chorizo en rodajas en pan que comíamos en los peñones del cerro de Santa Ana los alumnos del Fray Andrés y de niños en familia en las pocitas. Los pinos quedaban lejos salvo que cayera en sábado. Todo era más sencillo, menos organizado, sin quedadas por whatsApp pero teníamos más guasa, aunque nos hubiese gustado degustar el chorizo embutido y elaborado para la ocasión, por nuestro paisano Benito Ruiz en 2010 que consiguió el record Guinnes con 1018,4 metros de longitud en una única pieza.
El día del chorizo ha perdido con su desacralización el ritual religioso que pudiere haber tenido en el pasado y no ha entroncado con ningún rito ancestral de la Matanza de los que proliferan en España anudados a fiestas turísticas como la de El Burgo de Osma o a costumbres inveteradas como el Marrano de San Antón de La Alberca. Ello confiere a nuestra festividad un carácter único, sin pretensiones más allá de las didácticas con la exposición de utillaje de matanza en el mercado de abastos, pero en su singularidad reside una de las tradiciones que definen a Puertollano.
Lo tradicional pierde fuerza y se cambia por nuevas prácticas cuando la gente evoluciona en sus creencias, su cosmovisión y su marco de valores. Nuestra festividad se ha adaptado a los nuevos tiempos, y goza del nihil obstat animalista y de otras comunidades religiosas. ¡El día del chorizo, vive, pervive y convive entre los puertollaneros!
Hoy la festividad ha perdido todo rastro de connotación religiosa y se mantiene como un día lúdico reuniendo a las familias que van a recoger al mercado de abastos bocadillos de carne de cerdo frita y limonada, gracias a la iniciativa de las peñas Raíces Manchegas, Porrascazos Blu Bla y del Ayuntamiento de Puertollano que han logrado recuperar una tradición que estuvo a punto de desaparecer.
Nuestro bocata de chorizo nunca fue un bollo preñao sino chorizo en rodajas en pan que comíamos en los peñones del cerro de Santa Ana los alumnos del Fray Andrés y de niños en familia en las pocitas. Los pinos quedaban lejos salvo que cayera en sábado. Todo era más sencillo, menos organizado, sin quedadas por whatsApp pero teníamos más guasa, aunque nos hubiese gustado degustar el chorizo embutido y elaborado para la ocasión, por nuestro paisano Benito Ruiz en 2010 que consiguió el record Guinnes con 1018,4 metros de longitud en una única pieza.
Lo tradicional pierde fuerza y se cambia por nuevas prácticas cuando la gente evoluciona en sus creencias, su cosmovisión y su marco de valores. Nuestra festividad se ha adaptado a los nuevos tiempos, y goza del nihil obstat animalista y de otras comunidades religiosas. ¡El día del chorizo, vive, pervive y convive entre los puertollaneros!