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lunes, 31 de diciembre de 2018

La Gabriela



La Gabriela
Bar, Bollería, Pastelería
ADUANA
Este establecimiento no necesita elogios. Por sí solo se recomienda por sus exquisitos vermuth, cerveza, variados aperitivos, montilla, refrescos espumosos, y sus famosas tortas y pastas, viéndose a diario muy concurrido de distinguido público.
ADUANA, 8
-Carlos Luna 1919-


 Este cartel ha formado parte de mi educación sentimental. Gabriela Nieva Mozos lo exhibía en la sala junto al horno donde despachaba magdalenas, tortas y rosquillos en la calle San José a escasos metros del Colegio Gonzalo de Berceo enfrente de la de mis padres. Hoy lo conserva entre sus recuerdos en su casa de la calle Santísimo enmarcado junto al cartel publicitario de la cafetería que regentó su familia. Estaba ubicada en la calle Aduana 8 en los bajos del edificio de la radio de Don Pedro, tenía tres puertas de acceso y el aliciente de disponer del primer letrero luminoso de Puertollano.

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  No he vuelto a comer rosquillos como los que elaboraba mi vecina Gabriela, y mi magdalena proustiana particular mojada en el chocolate (hubiese sido un pecado mojarla en el té) me evoca recuerdos que aún puedo degustar cuando la visito porque no ha dejado de hacerlas para amistades, aunque el sabor del horno de leña y jara les daba un sabor que me lleva a un viaje por la infancia con olor a pan transportado en los serones de mimbre del burro de Antonio, el panadero que nos lo vendía a domicilio.
 Por Reyes y Semana Santa mi calle estaba muy concurrida para comprar el roscón y el hornazo que elaboraba Gabriela y los vecinos y chiquillos la ayudábamos en esos días. Pese a que en diciembre de 1966 abrió SIMAGO en Puertollano, tardarían mucho los supermercados en vender roscones y hornazos industriales.
  En aquellas Navidades solo nos traían juguetes Los Reyes Magos y el Roscón acompañaba a los regalos recibidos como el zumbido al moscardón. En la Epifanía del Señor se mojaba en la taza de chocolate masticando con precaución deseando llevarte el regalo sorpresa con la mirada distraída  en los presentes recibidos. El hornazo como nos gusta llamar a la mona de Pascua de Resurrección, salíamos a comerlo a las Pocitas con nuestra mona. Días de placeres sencillos, de complicidad con la vida, de sentirnos alegres y con el paso del tiempo, días para recordar porque la memoria es siempre subjetiva y nuestra Historia solo podemos re-vivirla si compartimos esos momentos o la transmitimos en señal de gratitud hacia esa generación que dio todo de sí para hacernos la vida más fácil, educándonos y haciéndonos más auténticos, porque como sentenció Santa Teresa, la verdad consiste en vivir en la humildad. De aquella humildad, nació nuestro soy lo que ves como seña de identidad puertollanera.
   Un beso con todo cariño y gratitud para ti Gabriela.