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miércoles, 1 de noviembre de 2017

La Biblia de los idiotas o la propuesta de Hegel para recuperar la esencia del Camino de Santiago


  “La razón de ser de las imágenes artísticas occidentales de naturaleza sagrada y no solo las de la figura de Cristo, fue funcional, como se puso de manifiesto en esa frase célebre de un antiguo padre de la Iglesia que las definió como la Biblia de los idiotas, naturalmente dando al término idiota su original sentido griego, que se refiere a quien está encerrado en lo particular simple y llanamente porque es analfabeto; o sea, que las imágenes eran la Biblia para los analfabetos cuando, como hasta hace poco, prácticamente toda la humanidad lo era. En este sentido se explica la importancia histórica de las imágenes cristianas, que eran los únicos medios para comunicar un mensaje no solo entre analfabetos, sino distribuidos en un sinfín de áreas lingüísticas dispares con lo que, de nuevo, se hacía entonces también válido el aserto publicitario de que una imagen vale más que mil palabras. Pues bien, si a todo esto añadimos que el cristianismo primitivo fue clandestino, se comprende asimismo que se extendiera un tipo de imagen cifrada o simbólica que solo los iniciados pudieran entender en su real significación. (...) Ha llegado el  momento hoy en que descifrar las imágenes cristianas exige a un estudiante la consulta de un diccionario como debe de hacerlo con uno de mitología clásica cuando quiere saber quién es  o qué hace un dios griego. (...) ¿Qué puede ocurrir en el futuro cuando todas las imágenes de Cristo, ya recluidas más en los museos que en los templos cristianos se conviertan definitivamente en un lenguaje olvidado?”.- Francisco Calvo Serraller-.
 Con frecuencia escucho el mantra de que el Camino ha perdido su esencia. Y me pregunto, ¿cuál es la esencia del Camino? Creo que detrás de esa pregunta se esconde un cualquier tiempo pasado fue mejor, un tiempo sin masificación, donde dormías en la palloza del Cebreiro y compartías queimada con Elías Valiña y cosas por el estilo. Si mucha gente ha llegado a esa conclusión es por la misma razón de que hoy necesitamos de un diccionario para interpretar la simbología de las imágenes que encontramos en las poquísimas iglesias que encuentras abiertas en el Camino. En sentido etimológico podríamos hablar de la idiotización de la caminata, diferenciando obviamente el Camino como búsqueda de la espiritualidad, de luz, de sosiego, de un yo transformado, del Camino entendido como un mero recorrido donde el interés legítimo y nada criticable, es lúdico, deportivo o turístico.
  La esencia del Camino con independencia de las motivaciones personales, sigue siendo la misma que en ese tiempo pasado, un viaje a tu interior, lo que afecta hoy a la esencia del Camino en relación con el tiempo histórico del habitus catholicus es su desacralización y la muerte del arte: Este es uno de los sentidos que debemos conceder a la sentencia hegeliana sobre la muerte del arte, a saber, el ya no ser capaz de proporcionar, por sí solo, satisfacción a nuestras necesidades más elevadas y de requerir, por tanto, de la ciencia”.-Carlos Luis Escudero-. El arte ha muerto también en el Camino por la necedad e incompetencia de la Iglesia, incapaz de haber puesto en marcha un voluntariado de hospitaleros dedicado a la apertura de sus templos y a la explicación de la iconografía de sus imágenes.
  A la pregunta de Calvo Serraller de qué puede ocurrir cuando toda la cultura de la simbología religiosa quede recluida en los museos catedralicios y en publicaciones especializadas, el Camino tiene la respuesta: a un selfie cómplice que levante acta de que pasamos por allí o realizamos tal camino con más o menos etapas.
 El arte para Hegel debe cumplir una serie de condiciones, tiene que plantear un conflicto metafísico profundo y que sea vivenciado con intensidad de manera que el Espíritu del pueblo se refleje en él. El Camino de Santiago siempre fue así, no solo pretendía la consolidación de la christianitas, sino también ser escuela de muchedumbre siguiendo la sentencia orteguiana a propósito de la tauromaquia (hoy sustituida por el fútbol), pero nos  hemos quedado sin la Biblia de los idiotas para poder sentir su espíritu, es decir, nos encontramos los espacios sagrados cerrados y a muchos peregrinos preocupados tan solo por seguir la flecha amarilla y los sitios con encanto del Camino.
  La esencia del Camino tiene a mi juicio un punto en común para caminantes, peregrinos y turigrinos con inquietudes: el renacer de la Biblia de los idiotas fusionándose con el arte para vivirlo en plenitud. He ahí la raíz del conflicto metafísico entre la vivencia espiritual o la mera caminata: la recuperación de su simbología para comprender Europa y su significado, en otras palabras para comprender en qué consiste el proyecto que se inició en esa calle mayor en un viaje intemporal en busca de la libertad, y con la libertad, de la ciencia, la cultura y la ética, porque esa es también la esencia del Camino, el ser patrimonio de la Humanidad.

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