Con
la llegada del Año Nuevo, acompañamos de nuevos o renovados
propósitos nuestras expectativas. Son nuestro personal libro
de autoayuda,
o lo que es lo mismo, elección de estrategia para cumplir un sueño
o una meta. New
year´s resolutions.
Con
las campanadas de media noche, tomamos conciencia de que el
aburrimiento y la rutina de nuestras vidas, tal vez sean el mayor
problema con el que tengamos que convivir y tolerar para una vida plena como afirmaba Bertrand
Russell. Por eso le ponemos esa chispa de entusiasmo al
calendario en espera de que se prenda la mecha. En palabras de Emilio Duró, la tarea es dar vida a los años.
No
necesitamos gurús
que guíen nuestro comportamiento, ese tipo de recomendaciones
termina siendo como el manual ininteligible de instrucciones de
cualquier aparato tecnológico, al que solo con el ensayo, error y
manejo logramos sacarle las prestaciones. Es tan sencillo como seguir
la receta del maestro Luis
Buñuel:
“si me dijeran te
quedan veinte años de vida, ¿qué te gustaría hacer durante cada
uno de los días que vas a vivir?,
yo respondería: dadme
dos horas de vida activa y veinte horas de sueños, con la condición
de que luego pueda recordarlos”.
Poesía
para eludir el momento cotidiano de la vida- Ortega
y Gasset-
frente a la abulia; determinación frente a los miedos: en el
Principio no era el Verbo, era la Acción -Goethe-.
Y es que el sueño tiene que acariciarse en el mundo real, en la vida. El maestro Frank Capra nos lo enseñó en su memorable película ¡Qué Bello es Vivir! ¿Cómo definir pues nuestras inquietudes al inicio de cada Año? Con el estímulo para atraparlas y la esperanza de que si no es nuestro momento, todo volverá a empezar, pero teniendo presente, que yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. -Ortega y Gasset-.
Y es que el sueño tiene que acariciarse en el mundo real, en la vida. El maestro Frank Capra nos lo enseñó en su memorable película ¡Qué Bello es Vivir! ¿Cómo definir pues nuestras inquietudes al inicio de cada Año? Con el estímulo para atraparlas y la esperanza de que si no es nuestro momento, todo volverá a empezar, pero teniendo presente, que yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo. -Ortega y Gasset-.
Como
en Casablanca,
siempre nos quedará París, es decir, la transgresión socialmente
aceptada del desenfreno de la Noche
Vieja,
que más allá del elemento lúdico, es el rito por el que nos
reconocemos
y reconocemos que necesitamos
renovar nuestros mejores deseos como muletas de apoyo para el ser
ortopédico
que es el hombre en palabras de Freud.
Eros
frente a Tánatos; lo dionisíaco
frente a lo apolíneo.
Y si nuestros miedos
nos vencen y nos impiden conseguir nuestros sueños o los
postergamos, tengamos presente como nos enseñó Jung, que la vida
no vivida es una enfermedad de la que se puede morir o en palabras de Bronnie Ware de lo que nos arrepentiremos antes de morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario