El
Diario
de una ruta solidaria
de Juan Manuel Palomino Ramírez ha sido publicado en su blog El
tercer pie del gato
y tengo el honor de compartirlo con Ustedes con la autorización del
autor.
Pueden
seguirlo en twitter @jmpalominovalde
Les
propongo que se familiaricen con el tema leyendo este artículo del
autor publicado también en este blog: Una
princesa llamada Celia.
http://www.unaesperanzaparacelia.org/
http://www.unaesperanzaparacelia.org/
Y
que escuchen la entrevista a Miguel Ángel Palomino, el ciclista y hermano del autor del Diario, que
ha pedaleado por la provincia de Jaén, en Radio Torredonjimeno el 18/5/2016.
Y por si no les apetece leer hasta el final, vean este vídeo que quiere compartir con Ustedes esta princesa llamada Celia.
Los
artículos están escritos en tiempo real. Se publicaron el mismo día
que la etapa que narran. La etapa número uno se realizó el 30 de
mayo de 2016 y así sucesivamente hasta el final.Y por si no les apetece leer hasta el final, vean este vídeo que quiere compartir con Ustedes esta princesa llamada Celia.
Diario de una ruta solidaria: día 1.
¿Cómo
se comienza a narrar una hazaña cuando el que la hace no tiene
conciencia de que la está realizando? En esta tesitura me encuentro,
porque por mucho que le digamos a Miguel Ángel que la Ruta Solidaria
por Celia que hoy ha empezado es una proeza, él se limita a
encogerse de hombros. Como si fuera algo de lo más normal.
Es
posible que tenga razón. Las buenas personas sólo necesitan una
buena causa. Cuando la encuentran, es normal para ellos entregarse a
ella sin reparar en el asombro que a los demás nos produce lo que
están haciendo. De hecho, ellos son los más sorprendidos de la
repercusión que su acción tiene entre los demás, y cuando les
dices “es admirable lo que estás haciendo”, se limitan a sonreír
con la sencillez que da lo que para ellos es lo usual.
Así
que les repito la pregunta: ¿cómo se comienza a narrar una hazaña?
Quizá lo mejor sea comenzar por el principio, y viajar hasta el
punto de partida de este primer día de pedaleo y sudor. Cojan el
primer mapa que tengan a mano, porque el viaje comienza.
Valdepeñas
de Jaén ha sido el punto de partida de este primer día de ruta. De
allí, Miguel Ángel ha ido a Alcalá la Real, Castillo de Locubín y
ha finalizado el día de hoy en Alcaudete. En todos estos municipios
ha habido reuniones con una representación del Ayuntamiento y se han
colocado carteles. Mención aparte merece Alcalá la Real, donde
Cándido, el Concejal de Deportes, se ha comprometido a incluir la
enfermedad de Celia en sus jornadas deportivas sobre enfermedades
raras a celebrar el próximo 28 de febrero. Además, como también es
miembro del Plan Nacional de Reciclaje, ha prometido que se tendrá
en cuenta a Celia en dicho Plan, en el que todos podemos colaborar
con el sencillo gesto de guardar tapones y entregarlos en el sitio
adecuado. Pero sin duda, lo mejor de la jornada para Miguel Ángel ha
sido desayunar allí con su tía Mercedes. También los héroes
necesitan abrazos de vez en cuando.
En
resumen, ha sido un buen comienzo. El objetivo de empezar a hacer
visible el déficit de factor V está empezando a cumplirse. Y más
cuando los que se cruzan con Miguel Ángel en el camino le paran y
preguntan. Llama mucho la atención la bicicleta, pero más aún que
alguien se lance a recorrer las carreteras armado solo con el ánimo
de ayudar y empujado por la esperanza de una niña que solo desea ser
como las demás.
Han
ido bien estos primeros 85 Kilómetros. Mañana se recorrerán más.
Queda mucho por andar, pero Miguel Ángel cuenta con la ventaja de no
pedalear con las piernas, sino con el corazón. Y él lo tiene muy
grande. Ya lo decía Tolstoi: “la razón no me ha enseñado nada. Todo lo que sé me ha sido dado por el corazón”. Ignoro si Miguel
Ángel conoce la frase, pero estoy seguro de que su corazón alberga
mucho más conocimiento del que los demás jamás aspiraremos a
tener.
Diario
de una ruta solidaria: día 2.
Cuentan
los guaraníes que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos
los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible. De
pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí en dirección
contraria, es decir, hacia el fuego. Le extrañó sobremanera, pero
no quiso detenerse. Al instante, lo vio pasar de nuevo, esta vez en
su misma dirección. Pudo observar este ir y venir repetidas veces,
hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues le parecía un
comportamiento harto estrafalario: “¿Qué haces colibrí?”,- le
preguntó-. El colibrí contestó: “Voy al lago, tomo agua con el
pico y la echo en el fuego para apagar el incendio”. El jaguar se
sonrió. “¿Estás loco? ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con
tu pequeño pico tú solo?”. El colibrí respondió: “Bueno, yo
hago mi parte…”. Y tras decir esto, se marchó a por más agua al
lago.
Desde
ayer Miguel Ángel está haciendo su parte. La ruta por los pueblos
de Jaén continúa con el afán de hacer visibles las enfermedades
raras en general y la de Celia en particular. Esa deficiencia de
Factor V que hace que no pueda hacer lo que hacen todos los niños:
jugar, saltar correr… vivir. Eso que Celia desea con todas sus
fuerzas: hacer lo que hacen los niños de su edad. Desde ayer Miguel
Ángel trata de ayudar en la medida que puede, pero sobre todo hace
algo muy importante: dar ejemplo.
Y
de algo ha debido servir ese ejemplo, porque en el día de hoy se han
unido a la ruta el Club Ciclista de Arjonilla y el club Lince de
Marmolejo. Los 70 Kilómetros de esta segunda etapa de la Ruta
solidaria por Celia han venido marcados por la compañía que estas
buenas gentes han brindado a Miguel Ángel. Ellos también están
haciendo su parte al proporcionar hoy un coche de apoyo, pero sobre
todo al acompañarlo y ofrecerle cariño y ayuda. No es fácil
pedalear cargado con toda la impedimenta necesaria para poder pasar
nueve días fuera en régimen de autosuficiencia, y estar acompañado
en el esfuerzo siempre es grato.
Hoy
ha sido un día provechoso. A Miguel Ángel le han ofrecido la
posibilidad, una vez acabada esta ruta, de dar charlas sobre su
desarrollo y así poder dar mayor difusión a la enfermedad de Celia.
Además, se ha ofrecido la posibilidad de incluir a Celia en un
programa de ayuda de diversos ayuntamientos. En otros municipios se
ha dado la seguridad de seguir colaborando. Bonitas palabras; ahora
solo falta que se traduzcan en hechos. Porque muchas sonrisas,
apretones de manos y fotos solo sirven de cara a la galería; lo
importante es que sirvan para que se haga algo práctico, y los
investigadores puedan seguir con su labor de encontrar una cura para
Celia.
En
el cuento del principio, el colibrí daba ejemplo. Igual que en la
vida real lo hace Celia, fuerte y alegre ante su enfermedad. Y por
supuesto Miguel Ángel, quitándose días de vacaciones para ayudar a
los demás. Y es que los tres saben que Einstein tenía razón cuando
decía que “el ejemplo no es la principal manera de ayudar a los
demás, es la única manera”. Ellos hacen su parte. Los demás
tenemos que hacer también la nuestra. Sí, Einstein tenía razón:
es la única manera. Todos debemos hacer nuestra parte, porque es el
único modo de poder empezar a solucionar los problemas que nos
rodean.
Diario de una ruta solidaria: día 3.
Vivimos
en una sociedad en la que el ruido no nos deja oír nuestros propios
pensamientos. Vivimos en una sociedad en la que olvidamos con la
misma facilidad con la que nos conmovemos. Vivimos en una sociedad en
la que tiene más valor la apariencia que la sustancia. Y es a esta
sociedad en la que vivimos, a la que Miguel Ángel está tratando de
concienciar del problema de Celia, cuyo mayor deseo a sus 10 años es
hacer lo que cualquier niño de 10 años quiere hacer: correr, saltar
y jugar sin correr el riesgo de acabar en el hospital más cercano
por una pequeña caída o una leve herida. Lo bonito es que lo está
consiguiendo, porque como decía Mark Twain “la generosidad es un
lenguaje que los sordos entienden y los ciegos ven”.
Tercer
día de ruta y tercer día de buenas sensaciones. Los 90 kilómetros
de hoy han estado llenos de buena compañía. Empezando por los 30
ciclistas del club “Los intrépidos” de Bailén que, junto a su
Alcalde, han esperado a Miguel Ángel a la entrada del pueblo,
siguiendo por el buen recibimiento que se le ha brindado en Linares y
en el resto de municipios por los que ha pasado y acabando con las
promesas de colaboración que ha obtenido allá en donde ha estado.
Mañana
espera la Sierra de Segura y empezará lo realmente fuerte. Rampas
duras desafiarán la generosidad de Miguel Ángel, que seguro que
superará ayudado por las buenas gentes que encuentre a su paso. Nada
como la generosidad para llamar a más generosidad. Como ya he dicho
en otra ocasión, llama mucho la atención una bicicleta con alforjas
montada por alguien en cuyo ánimo solo estar ayudar, un loco
maravilloso que se ha lanzado a la aventura con el único fin de dar
esperanza y sacudir conciencias. Y ahí estaremos nosotros para
narrarlo.
Sí,
ha sido un buen día lleno de buenas sensaciones. Hoy el ruido ha
parado por un instante y nos ha permitido escucharnos a nosotros
mismos, y lo que hemos oído nos ha dejado maravillados. Esta
sociedad en la que vivimos ha dejado por un momento de girar
enloquecidamente y nos ha permitido ver con calma que es más
importante un gesto generoso que muchas imágenes de las que nos
bombardean a diario.
La
generosidad llama a la generosidad sin duda. Ayer tuvimos una prueba,
cuando el Ayuntamiento de Bailén pagó el alojamiento, cena y
desayuno de Miguel Ángel. Hoy hemos tenido otra prueba, porque el
Ayuntamiento de Beas de Segura, donde mañana empieza la etapa, hace
lo mismo. Mi agradecimiento y el de mi hermano por su generosidad.
Como agradecemos al Ayuntamiento de Marmolejo el video sobre Celia
que ayer sacó en su página de Facebook. Su gesto hace que todo sea
más llevadero y que todos tengamos la sensación de que, a fin de
cuentas, no estamos perdiendo el tiempo.
Las
manos que hacen son más generosas que los labios que predican. Y los
pies que pedalean por una buena causa son más poderosos que la luz
enceguecedora que no nos permite ver que hay cosas maravillosas más
allá de los mensajes inanes, las promesas huecas y las discusiones
de fueras de juego en la undécima. Poco a poco, Miguel Ángel lo
está consiguiendo. Mucho ánimo. Por Celia.
Dicen
que la vida es como montar en bicicleta: si no quieres caerte tienes
que seguir pedaleando. Miguel Ángel y Celia lo saben bien. Ambos
pedalean sin descanso con un objetivo a la vista. El de Celia,
mantener la felicidad propia de los niños de 10 años. El de Miguel
Ángel, ayudar a Celia a seguir siendo feliz. Y es que mi hermano ha
comprendido a la perfección la frase que Platón nos dejó hace
2.400 años: “buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos
el nuestro”. No se me ocurre nada comparable a la satisfacción que
tiene que tener Miguel Ángel cada día que pasa, porque buscando el
bien de Celia, se está encontrando a sí mismo.
Entramos
en unos días en los que la Ruta solidaria por Celia se viste de
sufrimiento. No son etapas muy largas (hoy Miguel Ángel solo
ha hecho 53 kilómetros), pero ha tenido que soportar rampas de hasta
el 23%. Y si ya es difícil subir un muro así solo tú y tu
bicicleta, imaginen cómo habrá sido cuando esa bicicleta lleva unas
alforjas con 25 kilos de peso. Es lo que tiene tener que llevar la
impedimenta a cuestas para poder pasar la noche. Claro que más
peligrosas eran las bajadas, con esas curvas que hacen que el
barranco que hay a los lados se vea más cerca de lo que la prudencia
aconseja. Pero si no fuera duro todo el mundo lo haría, es la dureza
lo que lo hace grande. Además, por mucho que se sufra, la
satisfacción de estar haciendo lo debido es aún mayor.
Los
pueblos de la Sierra de Segura son preciosos de visitar pero cuesta
mucho trabajo llegar hasta ellos. Sin embargo, el esfuerzo ha valido
la pena. Hoy se ha conseguido que se organice un nuevo evento
solidario. En La Puerta de Segura se organizará un torneo de pádel
a beneficio de Celia. Además, mañana, en el Festival Internacional
del Aire que tiene lugar en Cortijos Nuevos, saldrá el cartel de
Celia para dar a conocer su caso. Poco a poco se va consiguiendo
hacer visible el drama de las enfermedades raras, y haciendo que
todos tomemos conciencia de que detrás de cada una de ellas hay
vidas.
Todo
esto se suma a los eventos ya conseguidos en Andújar, Linares,
Santisteban del Puerto y Arjonilla. Eventos que van desde una
novillada a una exposición fotográfica, pasando por un partido de
fútbol o un día de bicicleta solidaria. Sí, poco a poco se van
consiguiendo resultados en forma de actos benéficos. La carrera es
larga, pero ya se están dando los primeros pasos y la meta está
cada vez más cerca.
Mañana,
además de continuar su recorrido por la Sierra, Miguel Ángel
volverá a La Puerta de Segura a dar una charla sobre Celia y la ruta
solidaria en el colegio de la localidad. Ha sido invitado por el
Ayuntamiento. Merecerá la pena regresar allí y dar a conocer a los
chicos que la solidaridad con los demás nos hace mejores, y que la
mejor forma de felicidad es ver felices a los que están a tu
alrededor. De paso, les recordará que valores como el esfuerzo y la
generosidad nunca pasarán de moda. Y se lo enseñará de la mejor
manera posible: con su propio ejemplo.
Esta
noche nuestro ciclista favorito dormirá en Orcera. Mañana le espera
otra dura jornada de rampas, curvas, subidas agónicas y bajadas
peligrosas. Descansará lo mejor que pueda en el espacio que le han
habilitado en el Parque de bomberos de la localidad. El cansancio se
va acumulando pero el resultado final seguro que merecerá la pena.
Poco a poco se van quemando etapas y consiguiendo el objetivo de que
Celia sea una causa para todos. Recordar su bonita sonrisa dará el
ánimo necesario cuando las fuerzas flaqueen. Este diario y su
protagonista se despiden… pero solo por ahora. Dulces sueños.
Diario de una ruta solidaria: día 5.
Decía
Arthur Ashe que “el verdadero heroísmo es notablemente sobrio, muy
poco dramático. No es el deseo de superar a los demás a cualquier
precio, sino el deseo de servir a los demás a toda costa”. Algo de
esto debía saber él, único jugador de tenis negro de la historia
en ganar en Wimbledon, ya que se le recuerda no solo por su gran
carrera tenística sino también por su lucha contra el apartheid de
Sudáfrica. Algo de esto deben saber también los familiares de
Celia, para los que no existe causa ni afán más grande que esa
maravillosa niña. Y algo sin duda debe saber Miguel Ángel, lanzado
a la aventura con el único fin de servir a los demás sin hacer
preguntas y sin recibir nada a cambio.
Acabando
la semana, hemos tenido lo que en el argot ciclista se llama “una
etapa de transición”. Pero no se crean que los resultados han sido
flojos, todo lo contrario. Los 45 kilómetros de hoy han dado para
mucho. En palabras del propio Miguel Ángel, hoy ha sido una etapa
instructiva y muy inspiradora. Empezaba el día en La puerta de
Segura dando unas charlas en el colegio a los niños de todas las
edades allí presentes. Con la inocencia propia de su edad, muchos
querían acompañarle en la ruta. Espero sinceramente que ese afán
de servir a una causa justa les dure y les haga mejores personas.
Estamos muy necesitados de gente buena, y me temo que vamos a seguir
estándolo en el futuro.
Así
que, en vista de que (muy a su pesar) no han podido coger su
bicicleta y acompañar a Miguel Ángel, le han escrito a Celia una
carta de apoyo. Pronto la recibirá, y estoy seguro de que su sonrisa
se ampliará al ver las muestras de cariño que le han prodigado. Es
importante que Celia nunca deje de sonreír, y aún más importante
que sepa que no está sola y que no lo estará nunca. Será la única
manera de que no pierda la esperanza y siga mirando hacia arriba,
porque todos sabemos que nunca encontrará el arco íris mirando
hacia abajo.
Por
la tarde ha sido Miguel Ángel el que ha mirado hacia arriba. No, no
lo digo en sentido figurado, sino literal. Ha visitado el Festival
Internacional del Aire que se está celebrando en Cortijos Nuevos y
allí ha tenido ocasión de hablar con el comité organizador y con
el campeón del Mundo de parapente, Francis Reina. Todos han dado su
apoyo a Celia y su afecto a Miguel Ángel por la labor que está
realizando. Allí se ha mostrado el cartel de apoyo a Celia que mi
hermano siempre lleva consigo. A veces un acto simbólico tiene mucha
más fuerza que otro tipo de actos, y ver la solidaridad de todo un
campeón mundial es algo que debería hacer reflexionar a muchos.
Por
último, pero no por ello menos importante, han demostrado su apoyo y
su deseo de difusión Paco e Itziar, dueños del foro de cicloturismo
“Rodadas”. Cuanto más se conozca a Celia, más la ayudaremos.
Porque no debemos olvidar que ese es el fin último de todo lo que se
está haciendo: ayudar a Celia a seguir siendo feliz y a que su
sonrisa sea permanente. Estoy seguro de que al final lo conseguiremos
y algún día encontraremos lo que estamos buscando. O quizá no:
quizá lo que encontremos sea algo mucho mejor.
Diario de una ruta solidaria: días 6 y 7.
Diario de una ruta solidaria: día 9.
Diario de una ruta solidaria: día 10.
Diario de una ruta solidaria: día final.
Ha
muerto Mohammad Alí, mito del boxeo y de la cultura popular del
siglo XX. Durante sus 74 años de vida demostró tener fortaleza en
el ring, y también fuera de la pelea como referente ideológico, y
no solo para la población afroamericana. Sus declaraciones se han
convertido en sentencias casi tan relevantes como sus gestas
deportivas. Muchas veces arrogante, otras filosófico y las más,
emocional, Alí nos dejó frases para el recuerdo. Pero de todas
ellas, yo me quedo con una muy especial: "Imposible es sólo una
palabra que utilizan los débiles que encuentran más fácil vivir en
el mundo que les han dado que explorar el poder que tienen para
cambiarlo. Imposible no es un hecho, es una opinión. Imposible no es
una declaración, es un desafío. Imposible es potencial. Imposible
es temporal. Nada es imposible".
En
efecto, nada es imposible. Y hay que luchar sin descanso para que así
sea. Como lo hace Celia, empeñada en ser feliz a pesar de las
circunstancias. Como lo hacen todos aquellos que la quieren,
convencidos de que hay luz al final del túnel y que esa luz es la de
un mundo maravilloso. Como lo hace Miguel Ángel, que sigue
pedaleando por las carreteras de Jaén sabiendo que cada pedalada
tiene sentido y cada kilómetro recorrido es una victoria de todos.
Como lo hago yo, poniendo lo mejor de mí en cada crónica que
escribo con el ánimo de dar a conocer al mayor número posible de
personas el problema de las enfermedades raras a las que nadie haría
caso de otro modo.
Ayer
y hoy Miguel Ángel ha aprovechado para pasar de la Sierra de Segura
a la de Cazorla, donde el lunes empezará una nueva etapa de la ruta
solidaria. Ha disfrutado de un paisaje verde como pocos, se ha bañado
en el río y ha contemplado el gran embalse de la provincia, el
Tranco. Unos momentos de relajación previos a lo que le espera la
semana que viene, cuatro etapas en las que echará el resto en busca
de apoyo y solidaridad con nuestra princesa.
Días
de transición, que no de descanso. Poco más podía hacer, habida
cuenta de que es fin de semana y los Ayuntamientos están cerrados.
Mañana lunes se reanudará la actividad administrativa y Miguel
Ángel podrá volver a reunirse con Alcaldes y concejales,
asociaciones y clubes. Volveremos a contar kilómetros y sudores;
esfuerzos y fatigas; sonrisas y reuniones. Hasta que llegue ese
momento, estaremos quietos pero no descansando. Porque seguiremos
luchando convencidos de que imposible es solo una opinión. Y esa
opinión no coincide con la nuestra.
Diario de una ruta solidaria: día 8.
“Hay
cosas encerradas dentro de los muros que si salieran de pronto a la
calle y gritaran, llenarían el mundo”. Qué mejor modo de empezar
la narración de esta etapa que con esta frase de Federico García
Lorca, del que ayer se cumplieron 118 años de su nacimiento. Una
etapa en la que han continuado las cuestas interminables, los
descensos sinuosos y las curvas con precipicios a los lados. Pero eso
a Miguel Ángel no le importa, porque está liberando algo que
llevaba mucho tiempo encerrado dentro de un muro, y su grito está
llenando el mundo.
Hoy
la Sierra de Cazorla ha sido testigo de cómo mi hermano está
tratando de liberar la solidaridad que todos llevamos dentro. Esa
solidaridad encerrada dentro de nosotros y que en muchas ocasiones
pelea por salir a la calle y gritar. Porque de eso se trata, de dar a
conocer el caso de Celia para que el aire se inunde de gritos que
digan “yo también quiero ayudar”. No importa que nos sintamos
pequeños o que pensemos que nada cambiará con nuestro grito, porque
mucha gente pequeña, en lugares pequeños y haciendo cosas pequeñas
puede cambiar el mundo.
Todo
es importante para dar difusión. Una entrevista en la radio (como
hoy le han hecho a Miguel Ángel en Radio Cazorla), un artículo en
un periódico, un “Me gusta” en las redes sociales… Todo
contribuirá a que los gritos sean cada vez más numerosos. Para eso
pedalea Miguel Ángel. Para eso escribo yo. Porque Celia debe seguir
sintiendo que no está sola, que muchos estamos junto a ella.
Animándola, haciéndola sonreír, colaborando con su causa en la
medida que podemos.
Poco
a poco se van consiguiendo avances. Un nuevo acto se ha sumado a los
que ya estaban comprometidos. El próximo viernes tendrá lugar en
Torredonjimeno, lugar de residencia de mi hermano, una gala a
beneficio de Celia y de la investigación de las enfermedades raras.
Poco a poco, más y más gente conoce el caso de Celia y la lucha que
su familia lleva a cabo. Y dando a conocer esa lucha será la única
forma de que Celia y su familia sientan que no están solos. Sí,
poco a poco el viento trae cada vez más gritos de solidaridad que
llevaban mucho tiempo encerrados y que ahora, una vez libres, lo
llenarán todo.
Hoy
es más importante que nunca que esos gritos resuenen bien fuertes.
Celia ha entrado en el hospital con un hematoma de feo aspecto que es
necesario observar. Hoy Celia y su familia deben sentir nuestro apoyo
y nuestro cariño. Mi grito resonará bien fuerte y estoy seguro de
que Celia lo oirá desde el hospital. Le pido que me acompañe, que
usted también grite, que Celia sienta nuestro ánimo y nuestro
aliento, y que de este modo no pierda esa sonrisa que esconde detrás
a una princesa. Grite, no sea tímido. Únase a los gritos de los
demás. Porque Lorca tenía razón: nuestros gritos llenarán el
mundo.
Diario de una ruta solidaria: día 9.
Cuando
empecé a realizar este diario me hice la firme promesa de no
escribir sobre política ni, sobre todo, de políticos. Al menos,
mientras la ruta que está realizando mi hermano Miguel Ángel
estuviera activa. Hoy, sin embargo, me veo obligado a romper esa
promesa hecha a mí mismo. Y no porque a mí me apetezca, sino porque
un episodio de la etapa de ayer merece ser reseñado debidamente. La
misión de un cronista es contar las cosas buenas y las malas, los
episodios agradables y desagradables, las buenas personas y las que
no lo son tanto.
Ayer
por la mañana Miguel Ángel llegó con su bicicleta a cierto pueblo
con el ánimo de entrevistarse con su Alcalde y dar a conocer la
enfermedad de Celia. Es decir, lo mismo que había hecho en los
pueblos anteriores, y lo mismo que hizo y hará en los siguientes.
Dicho Alcalde, sin embargo, le hizo saber (a través de terceros) que
no tenía tiempo y no le interesaba una reunión con él. Tal y como
lo leen. Ni el Alcalde ni nadie de su equipo podían dedicarle unos
minutos a mi hermano. Sin duda, asuntos importantísimos y
urgentérrimos
de vital interés y repercusión requerían de su regia atención, y
no podía perder el tiempo en atender a un chiflado que llegaba con
una oscura iniciativa solidaria para apoyar a una niña que ni
conocía ni, lo que era más importante, iba a votarle jamás. Esa
niña, en su opinión, era perfectamente desdeñable. Y la ruta
solidaria, por supuesto, más todavía.
Supongo
que ese Alcalde no se enteró de que esa misma tarde, mientras él
atendía esos importantísimos asuntos, Celia era ingresada de
urgencia en el hospital con un hematoma de feo aspecto. Un hematoma
que en él o en mí no tendrían mayor importancia pero que para
Celia constituye un problema grave, porque su enfermedad impide a la
sangre coagularse de forma correcta. Pero también es de suponer que,
en medio del fragor de esos asuntos tan vitales que le absorbían, a
ese Alcalde poco le importaba esa circunstancia.
Supongo
también que dicho Alcalde ignora que Celia ha sido sometida hoy a
una transfusión para neutralizar el peligro que ese hematoma supone
para ella. Ocupado en esos urgentérrimos
temas
de complejidad solo comparables a algunos problemas de física
cuántica, poco le habrá importado que Celia lleve ya 10 años así,
entrando y saliendo de hospitales ante el más leve rasguño. Él sin
duda tiene cosas más importantes en las que pensar que en el
bienestar de una niña que ni conoce, ni es vecina del pueblo, ni su
suerte le importa lo más mínimo.
Finalmente,
supongo que esta noche ese Alcalde volverá a casa cansado pero
feliz. Seguramente se tomará una copa después de cenar, besará a
sus hijos y se irá a dormir con la sensación del deber cumplido.
Todo lo contrario que los padres de Celia, que velarán en el
hospital junto a su cama. Todo lo contrario también que Miguel
Ángel, que dormirá al raso a la espera de realizar mañana otra
etapa de esta ruta solidaria. No sería de extrañar que el señor
Alcalde tuviera también dulces sueños, porque ya se sabe que las
pesadillas solo asaltan a los que tienen conciencia.
Le
deseo que duerma bien, señor Alcalde. Sin duda lo necesitará.
Mañana habrá otros importantísimos y urgentérrimos asuntos
de vital interés y repercusión. Aunque casi estoy seguro de que
entre ellos no estará recibir a nadie que vaya por ahí haciendo
buenas obras por puro altruismo. De eso que se encarguen otros, que
no está usted para tonterías. Y a ser posible y cuando tenga un
rato, lea esta frase de Woody Allen: “el mago hizo un gesto y
desapareció el hambre. Hizo otro gesto y desapareció la injusticia.
Hizo otro gesto y desapareció la guerra. El político hizo un gesto
y desapareció el mago”. Quizá le haga pensar. O quizá no, tan
ocupado como está en asuntos importantísimos y urgentérrimos de
vital interés y repercusión.
P.D.:
La etapa de hoy ha ido muy bien. Las fotos hablan por sí mismas.
Esto y la recuperación de Celia son sin duda lo más importante.
Diario de una ruta solidaria: día 10.
Por
desgracia, vivimos en un mundo en el que los héroes suelen ser
anónimos y los villanos demasiado conocidos. Sin embargo, también
es cierto que los héroes anónimos son los que dejan las huellas más
profundas. Quizá porque nadie espera encontrar un héroe en alguien
que a primera vista parece tan normal como uno mismo, y eso nos
resulta sorprendente. O quizá porque esos héroes anónimos a menudo
ignoran que lo son y realizan sus hazañas sin darles importancia,
como si sus acciones fueran la cosa más normal del mundo. Sea como
sea, nunca debemos olvidarnos que la mayoría de los héroes no
visten capa ni llevan brillante armadura.
Miguel
Ángel, uno de esos héroes anónimos, ha realizado hoy la penúltima
etapa de la ruta que le ha llevado a lo largo y ancho de la provincia
de Jaén dando a conocer la enfermedad de Celia y concienciando a la
gente sobre las enfermedades raras. Ha recorrido la comarca de Sierra
Mágina, famosa por su aceite de oliva y también por sus castillos.
Ha sido un día provechoso, donde no sólo se ha conseguido el
compromiso de algunos Ayuntamientos de realizar actos en favor de
Celia, sino que también la Junta de Andalucía la incluirá en sus
planes sobre enfermedades raras. A la última parte de la etapa se ha
sumado la asociación “Vida al Ciclista”. Más héroes anónimos
ayudando al héroe.
No
quiero olvidarme de otros héroes anónimos que, aunque poco
nombrados por mí en estas crónicas, merecen todo mi reconocimiento.
Me refiero, naturalmente, a los padres de Celia. Siempre con ella,
animándola y atendiéndola, a menudo ocultan las lágrimas bajo una
cara alegre para que Celia no sienta la angustia que ellos sienten.
Creo que es de justicia este pequeño reconocimiento a su diaria
labor heroica, aunque estoy seguro de que su mayor premio será ver
la sonrisa de su hija mientras juega, estudia o sueña.
Porque
esa sonrisa es la bandera de nuestra pequeña gran heroína. Y ser
capaz de sonreír como ella lo hace es la mayor prueba de heroísmo
que jamás podré contarles. El secreto de esa sonrisa no es otro que
sentirse feliz. Sabe que es querida, sabe que la enfermedad no podrá
doblegarla y sabe, en definitiva, que con la ayuda de todos acabará
venciendo.
Decía
la Madre Teresa de
Calcuta que “no tenemos la solución a todos los problemas del
mundo en nuestras manos, pero frente a los problemas del mundo,
tenemos nuestras manos”.
Los héroes anónimos han comprendido esta frase y utilizan sus manos
para solucionar los problemas de los que están a su alrededor. Sin
alardes ni aspavientos. Como si lo que hacen fuera lo más normal del
mundo. No, la mayoría de los héroes no visten capa ni llevan
brillante armadura. A veces montan en bicicleta, ocultan las lágrimas
o, sencillamente, llevan una sonrisa por bandera.
Diario de una ruta solidaria: día final.
En
cierta ocasión, a la salida de una conferencia, le preguntaron a
Freud las condiciones para que una persona estuviera psicológicamente
sana y lo que tenía que hacer para ser feliz. La persona que
preguntó quizá esperaba una larga parrafada, pero Freud se limitó
a mirar fijamente a su interlocutor y a decir sólo tres palabras:
“Lieben und
arbeiten”.
Amar y trabajar.
Creo
firmemente que Freud tenía razón. En realidad no necesitamos nada
más. Si somos capaces de amar y de trabajar seremos felices. Muchas
veces me preguntan por qué estoy tan convencido de que Celia es
feliz, y yo les contesto que porque ama y trabaja. Celia ama con la
inocencia y la incondicionalidad de sus 10 años, y trabaja todos los
días con la ilusión que da aprender cada día algo maravilloso en
la escuela. Se siente querida y no solo por su familia, sino también
por todos aquellos que llegan a conocerla, y eso la fortalece. Tanto, que es capaz de explicarnos en el vídeo y con sus
propias palabras su enfermedad, y lo hace de tal modo que llega a
emocionarnos. Así que, ¿le queda a usted alguna duda de que Celia
es feliz?
Sí,
estoy seguro de que Freud tenía razón y no necesitamos nada más.
Por eso sé que Miguel Ángel es también feliz. Haber consumido 15
días de sus vacaciones en pedalear sin descanso por una causa noble
le ha hecho aún mejor de lo que ya era. Descubriendo paisajes se ha
encontrado un poco más a sí mismo. Sintiendo el cariño de aquellos
con los que se cruzaba y se reunía ha comprendido que amar y
trabajar hace que los que te rodean amen y trabajen contigo. Ha
entendido que luchando por ser feliz, haces más feliz a los demás.
Por tanto, ¿aún duda usted de que Miguel Ángel es feliz?
No
me gustaría acabar este diario sin confesarles algo: durante estos
días yo también he sido feliz. Sé que mi labor ha consistido
solamente en contar las hazañas de otros, pero he puesto en ella mi
corazón. Durante estas dos semanas he sido un poco más dichoso, y
ese es el pago a mi trabajo. Voy a echar de menos narrar pedaladas,
cuestas y curvas, pero eso es lo de menos. Lo importante es que la
princesa que está detrás de esta deficiencia de factor V siga
sonriendo. Quizá algún día haga con los dedos una V, y ese signo
signifique que ha vencido. Esa esperanza mueve a su familia. Para ese
momento ha pedaleado Miguel Ángel. Y para ver algún día ese
instante, he escrito este diario. Créanme que para mí ha sido un
honor.
Mi
agradecimiento a Santi Rodríguez por haber acompañado a mi hermano
en esta última etapa. Mi reconocimiento a los padres de Celia, que
luchan día a día sin descanso por el bienestar de su hija. Y mi
gratitud a usted, querido lector, por haber hecho este viaje conmigo
y con mi hermano.
Me despido, no sin desearle fervientemente que ame y trabaje; porque
Freud tenía razón: es lo único que se necesita para ser feliz.
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