Artículo publicado por José Simón Gracia en su blog que tengo el honor de compartir con Ustedes con la autorización del autor.
Pueden
seguirlo en twitter: @mehuelea
Fondo: José Simón Gracia.
“El castellano es la lengua de muchos de mis amigos, de personas con quienes comparto todo tipo de complicidades, alegrías, sonrisas y también preocupaciones y momentos duros. Es pues, la lengua habitual de la mayoría de mis vecinos, de muchos de mis amigos, de la gente que quiero, nacidos aquí o allí”.- Oriol Junqueras-
Hace
muchos
años que el castellano fue expulsado de las calles de Cataluña con
la aquiescencia del PSOE y PP. Todavía hoy, a modo de ejemplo, los
municipios catalanes incumplen la legislación que obliga a rotular
también en español las señales de estacionamiento restringido (tal
vez alguien debiera plantear una demanda por prevaricación a los
responsables municipales).
También,
desde
hace años, se está expulsando el español de los colegios de
Educación Infantil y Primaria. El programa de inmersión lingüística
de la Generalidad (el famoso modelo catalán) ha relegado al español
al mismo nivel que a las lenguas extranjeras con el consentimiento
de socialistas y populares. ¡A
saco contra el bilingüismo!
Afortunadamente,
la ciudadanía, con el apoyo de formaciones políticas y sociales,
(Ciudadanos
y
Sociedad
Civil Catalana
principalmente), nunca ha renunciado a la defensa del bilingüismo,
si bien con poco éxito a nivel institucional.
Para
neutralizar
esa resistencia ciudadana e intentar ampliar la base social
secesionista, el independentismo ha creado plataformas como Súmate
(trampolín
político de personajes como Gabriel
Rufián o
Antonio
Baños)
que intentan convencer a los
otros catalanes de
que en la futura República Catalana, ni la lengua ni la cultura
española serían penalizadas. El propio Oriol Junqueras (ERC)
prometía la cooficialidad del catalán y castellano y escribía: “El
castellano es la lengua de muchos de mis amigos, de personas con
quienes comparto todo tipo de complicidades, alegrías, sonrisas y
también preocupaciones y momentos duros. Es, pues, la lengua
habitual de la mayoría de mis vecinos, de muchos de mis amigos, de
la gente que quiero, nacidos aquí o allí”.
A
pesar de
todo ello, a pesar de la lluvia de millones que financian cientos de
entidades sociales y culturales (auténtico vivero de
independentistas), a pesar de TV3,
del grupo Godó
y
del FCB,
el independentismo no avanza, se estanca. Pero los secesionistas,
lejos de desfallecer, lanzan una nueva campaña que, en esta ocasión,
desprende un tufo etnicista insoportable y vergonzoso. Se trata de un
manifiesto
firmado por un grupo de lingüistas -impulsado por el grupo Koiné-
que exige que el catalán sea la única lengua oficial en la futura
República catalana. Sin embargo ha hecho saltar por los aires la
estrategia
secesionista, en palabras de Tardá: “el manifiesto Koiné no
ayuda a acabar la tarea”.
¿Qué
dice
el manifiesto? Simplificando, dos cosas. Una, La coexistencia de dos
lenguas cooficiales en Cataluña no es algo positivo, natural y
enriquecedor como se dice, sino que constituye una
anormalidad lingüística.
Dos, advierten y denuncian que es inaceptable que la futura República
catalana siga garantizando dicha anormalidad.
¿Qué
aporta
de nuevo? Al soberanismo, nada; seguramente, le perjudica puesto que
resquebraja el marco que el catalanismo trató de afianzar durante
décadas, “dos
lenguas, un sólo pueblo”,
y dibuja uno nuevo acorde con el independentismo más purista: “un
pueblo, una lengua”.
En este sentido, desde distintas esferas independentistas, se
reprocha a los intelectuales
firmantes
que el manifiesto, más que revitalizar el proceso, lo dinamita.
A
quienes siempre recelamos de las bondades
del catalanismo,
nos confirma lo que temíamos: para el independentismo, el español
es la lengua de la inmigración y un instrumento de colonización
lingüística. Por lo tanto, el español debe desaparecer de la vida
institucional y de la vida pública en Cataluña. Éste, y no otro,
es el mensaje y el objetivo.
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