Parménides y Heráclito tenían
claro que las impresiones de los sentidos eran totalmente inseguras y
por ello elevaron a la razón a único instrumento para alcanzar la
verdad. Pero llegaron a conclusiones diferentes, Heráclito afirmaba
que todas las cosas estaban en continuo estado de cambio y Parménides
negaba absolutamente la posibilidad de movimiento y cambio porque
eran meras ilusiones de los sentidos. Los pitagóricos se
posicionaron igualmente contra los sentidos porque consideraban que
el cuerpo era algo perecedero y mortal que encerraba no obstante al
espíritu cuya naturaleza es inmortal, de ello derivaron en nombre
de la razón que la única realidad era la unidad estática de un
universo esférico idéntico a Dios.
Pero esta doctrina chocaba contra
las evidencias de los sentidos. Parménides había negado la
existencia del espacio vacío: “lo que es, existe; lo que no es, no
existe” por lo cual la materia no se podía enrarecer y ello
conducía a una plenitud absoluta del Ser sin cambios cualitativos o
cuantitativos: “el universo es una esfera sólida, increada,
indestructible, inmóvil e inmutable”. El resultado era una
filosofía que afirmaba el Uno como lo verdadero para la razón
rechazando lo múltiple que perciben nuestros sentidos.
La desviación del Uno de
Parménides llevó a los pitagóricos a intentar construir un
universo a partir de puntos con magnitud, pero tropezaron con serios
problemas, el más importante fue el descubrimiento de la
inconmensurabilidad de √2
(raíz cuadrada de dos), por lo que tuvieron que reconocer la
infinita divisibilidad del espacio. Zenón, un discípulo de
Parménides, ideó una serie de paradojas para criticar la desviación
de la doctrina del Uno de su maestro y enfrentarse a la situación
creada por el descubrimiento de la irracionalidad del resultado de la
raíz cuadrada de dos porque conducía a absurdos metafísicos. En
otras palabras, sin el Uno (Parménides) como lo único verdadero
para la razón rechazando lo múltiple de los sentidos, e instalados
en una física numérica (pitagóricos) para interpretar de una
manera inteligible y racional el mundo multiforme de los sentidos, se
caía en paradojas según Zenón. Lo que pretendía demostrar es que
todo lo que percibimos por los sentidos es ilusorio y que el
movimiento es una ilusión más y no una realidad, que en cierta
manera, era una forma de anticiparse al concepto de inercia de
Galileo: el estado natural de los objetos no es exclusivamente el
reposo sino también cualquier movimiento rectilíneo y uniforme que
en ausencia de fuerzas permanece inalterable. (Ese movimiento
no es percibido por los sentidos).
Una vez que hemos contextualizado
el problema que enfrentó a Zenón y los pitagóricos, recordamos la
más famosa de las paradojas: Aquiles
y la tortuga. “Aquiles
y una tortuga van a correr en una carrera; Aquiles corre a una
velocidad diez veces mayor que la tortuga; la tortuga empieza con
diez metros de ventaja. La experiencia nos demuestra que Aquiles
alcanzará rápidamente a la tortuga y el sentido común encuentra
bastante sencillo que ello sea así. Pero un poco de lógica revelará
que las cosas no son tan sencillas como parecen. Intentemos analizar
las fases de la carrera. Aquiles debe recorrer primero diez metros
hasta el punto en que la tortuga empezó. Mientras tanto la tortuga
habrá avanzado un metro. Aquiles recorre ese metro. Simultáneamente
la tortuga avanza un décimo de metro. Mientras Aquiles recorre ese
décimo de metro, la tortuga avanza una centésima y así
sucesivamente. La distancia entre los dos disminuye constantemente,
pero Aquiles nunca llegará a adelantar a la tortuga. Por tanto, la
noción de movimiento que nos da el sentido común y que la
experiencia parece sancionar, es irreconciliable con la lógica. Es
mejor aceptar la lógica y rechazar el concepto procedente de los
sentidos”.-Farrington-.
Pese
a la aporía, en la vida real, Aquiles siempre adelantará a la
tortuga. Algo parecido pretenden nuestras tortugas
Rajoy y Sánchez pretendiendo no ser alcanzadas por Aquiles
Resultado Electoral.
El espacio-tiempo político lo han convertido en pura ilusión y
retórica y pretenden convertir los pírricos resultados en una
metafísica de lo Uno indestructible,
inmutable e inmóvil.
La solución matemática la puede encontrar aquí:
http://pirate.shu.edu/~wachsmut/ira/numser/answers/zeno.html No obstante la
política como la vida, no puede reducirse a geometría, nuestro gran
Ortega nos enseñó que lo que define al ser humano es su
vivir, la
vida no es una cosa, sustancia, ente, número, enunciado lógico...que
pueda definirse como pensamiento, y por ello, el hombre no tiene
naturaleza, tiene historia, en constante libertad para sortear sus
circunstancias. “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a
ella no me salvo yo”.
Parafraseando
a Machado sabemos que votamos para elegir, lo malo es que hay líderes
que no saben para qué queremos elegir. El panorama político español
se parece a la intrigante historia de los tres sirvientes que
entraron a trabajar en la mansión de la isla de Jersey al servicio
de una mujer -Nicole Kidman- que vive con sus dos hijos que no pueden
exponerse a la luz del sol y cuyo impactante final nos descubrió que
se trataba de una película de vivos que ya estaban muertos.
Tal
vez Rajoy y Sánchez “en su soledad han visto cosas muy claras que
no son verdad”-Machado-.