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domingo, 27 de diciembre de 2015

Su Majestad España. A propósito del Mensaje de Navidad 2015 de su Majestad el Rey Felipe VI.









  “Nos, que somos tanto como vos y todos juntos más que vos, os hacemos rey de Aragón, si juráis los fueros y si no, no”. -Juramento de los reyes de Aragón-.

  “En nombre de su Majestad España, una, soberana e universal”.- Unamuno-.
Habréis de saber Señor que el Rey no es más que un servidor retribuido de la Nación”.- Cortes de Castilla al Emperador Carlos V-.

  “Castilla hizo España y España deshizo a Castilla”.- Sánchez Albornoz-

  “Tú, tierra de Castilla, muy desgraciada y maldita eres al sufrir que un tan noble reino como eres, sea gobernado por quienes no te tienen amor”.-Pasquines en contra de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico.

  En octubre de 1517, el rey Carlos I llegó a Asturias proveniente de Flandes donde se había autoproclamado rey de España en 1516. A las Cortes de Valladolid de 1518 llegó sin saber hablar español trayendo consigo a toda su corte flamenca. Este descontento junto a las demandas fiscales fueron el germen de la Guerra de las Comunidades de Castilla. Tras la derrota definitiva en 1522 de Toledo infringida a los comuneros por las tropas imperiales, las localidades comuneras fueron grabadas con cuantiosas indemnizaciones que supusieron la ruina de ciudades manufactureras como Segovia.

  En el levante se produjo el movimiento de las germanías. Los artesanos de Valencia poseían el privilegio desde Fernando el Católico de formar milicias para defenderse de las incursiones piratas berberiscas. En 1520 un episodio de peste obligó a los nobles a abandonar la zona y las milicias se hicieron con el poder con la Junta de los 13 que representaba a todos los gremios de la ciudad. Tras la derrota de los agermanados, en 1528 el rey otorgó un perdón general.

  ¿Qué hizo el Emperador una vez sofocadas las revueltas y ajusticiados los cabecillas Bravo, Padilla, Maldonado y Vicente Peris? Sencillamente llegó a la conclusión de que la mejor manera de gobernar era llegando a acuerdos, pactando, y pasando página enterrando el rencor, si bien dejando claro que su autoridad no podía cuestionarse. Una vez ejecutada la máxima de Maquiavelo: “todo nuevo reinado ha de comenzar con una ejecución ejemplar”, el Emperador que hablaba español con Dios, italiano con las mujeres, francés con los hombres y alemán con su caballo, comprendió que pese a reducir el poder de la nobleza y sus privilegios instaurando el Absolutismo en España, la Nación era la auténtica Majestad.
  “Es de temer que en ciertas regiones, entre ellas mi nativo País Vasco, una federación desfederativa, a la antigua española, dividiera a los ciudadanos de ellas, de esas regiones, en dos clases: los indígenas o nativos y los forasteros o advenedizos, con distintos derechos políticos y hasta civiles. ¡Cuántas veces en estas luchas de regionalismos o, como se les suele llamar, de nacionalismos, me he acordado del heroico Abraham Lincoln y de la tan instructiva guerra de secesión norteamericana!, en que el problema de la esclavitud no fue, como es sabido, sino la ocasión para que se planteara el otro, el gran problema de la constitución nacional y de si una nación hecha por la Historia es una mera sociedad mercantil que se puede rescindir a petición de una parte, o de un organismo".-Unamuno-. 
  Hemos resumido estos episodios de la Historia y reproducido este fragmento de un artículo publicado en el periódico El Sol el 14 de mayo de 1931, porque mantienen toda su vigencia: los pactos de la Moncloa del Emperador Carlos V, el debate sobre españoles libres e iguales y el más importante a mi juicio, el de si una Nación hecha por la Historia y con el acuerdo de las generaciones precedentes de permanecer unidos se puede gestionar como una marca, como una sociedad mercantil y si se puede rescindir a petición de una parte, es decir si se puede contemplar la posibilidad de secesión de una de sus regiones. 
  El discurso de S.M. El Rey Felipe VI resume todas estas cuestiones y se posiciona claramente en favor de su Majestad España: ”Con estas razones, y compartiendo estos sentimientos, haremos honor a nuestra historia, de la que hoy somos protagonistas y cuyo gran legado tenemos la responsabilidad de administrar; y fortaleceremos nuestra cohesión nacional, que es imprescindible para impulsar nuestro progreso político, cívico y moral; para impulsar nuestro proyecto común de convivencia. Porque ahora, lo que nos debe importar a todos, ante todo, es España y el interés general de los españoles”.
  Si le he entendido bien Majestad, España lo primero y la Nación como bien jurídico a proteger y a defender por todos los españoles. Perfecto discurso alejado de la retórica de las misses lleno de alegatos en favor de la paz, la felicidad y toda la pompa y circunstancia que acompaña a todos estos discursos para la ocasión. El Rey apela igualmente al sentido común y a la ley: “tampoco debemos olvidar que la ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, solo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento. Ese es un error de nuestro pasado que no debemos volver a cometer”.
  Somos muchos los que como Unamuno pensamos que solo España merece la categoría de mito, como España ideal, eterna y universal. Y cuando hablamos de mito, aludimos a la nueva mitología que todo nuevo sistema rupturista intenta imponer con su pseudohistoria, afrentas, derechos, sacerdotes políticos y junta palabras oportunistas. Y cuando se habla de unidad, obviamente no hablamos de uniformidad cultural, porque España y las Españas se han enriquecido y se enriquecen con y de nuestras diferencias. Los enemigos de España y de la libertad afloran en períodos de crisis económica, política e institucional movidos por intereses espurios con demagogia, falsación de la Historia y parto de los montes.
  No sabemos quien será investido Presidente en esta legislatura o si vamos a unas nuevas elecciones, pero como para Abraham Lincoln a propósito de la esclavitud, lo importante no son los pactos, sino si determinados partidos tienen derecho a negociar el gobierno de la Nación como si fuera una sociedad mercantil a la que le interesa rescindir a una de sus partes. En nombre de su Majestad España, ningún político tiene el derecho a convertirse en una persona que bloquee los intereses de la Nación a resultas del reparto de escaños del Parlamento en favor de los partidos que defienden el orden constitucional: PSOE, PP y Ciudadanos. Si hubiera coalición entre ellos como aboga la plataforma Libres e Iguales, sería en todo caso una mala noticia para los liberticidas y enemigos de la Nación. Y es que en estas cuestiones uno prefiere equivocarse con sus amigos antes que acertar con sus enemigos conforme a la máxima de Stalin, porque: “Habréis de saber Señor que el Presidente no es más que un servidor retribuido de la Nación”.


                                                                                                                    ¡Feliz 2016!