En
la Ilustración, al grito de la máxima la
opinión gobierna el mundo, se
estableció la estrategia de reflexionar sobre la sabiduría
acumulada, hacer una praxis de comunicación, y determinar el uso
público de la información. Gracias a internet ha sido posible
universalizarla, y google se ha convertido con sus motores de
búsqueda, en la aldea global y el sueño de los enciclopedistas del
dieciocho.
El problema del fenómeno está en el exceso de desinformación y de mala información (sin entrar a valorar el uso delictivo de la red) . Pese a todo, las sociedades democráticas se inclinan por fortalecer internet como expresión de la libertad, con una arquitectura abierta y de difícil control para los liberticidas.
Las
redes sociales tienen una capacidad de difusión que desborda
todo lo conocido hasta el momento presente, y se está evaluando
constantemente la influencia y presión que puedan llegar a ejercer
en las masas sociológicas para predisponer cualquier tipo de
decisiones de gobiernos, entidades, marcas comerciales, etc.
Sin
entrar a valorar estos efectos, subrayamos que su esquema de reglas
de juego, comporta dos aspectos esenciales: ser un altavoz
amplificado
y
la de aglutinar amistades e intereses y opiniones comunes.
Kant
reflexionó sobre la insociable sociabilidad del hombre y tal vez por
ello sentenció lee
más y habla menos de ti mismo.
La
paradoja de las redes sociales estriba en que la ventana a la que nos
asomamos expresando nuestro ego
termina
perdiendo todo rastro de individualidad sometiéndonos al grupo y por
esta razón su crecimiento espectacular anida en la capacidad de
modelar nuestras vidas mediante el contagio de los roles y la
formación de estados de opinión.
La
decisión de selección de noticias para difundir se escapan al
control de los medios de comunicación de masas, y desde las
plataformas de las redes, se insertan vídeos y artículos que violan
cualquier código deontológico. Ese es el novum
a
mi juicio del fenómeno: un periodismo profesional compitiendo con un
periodismo amateur; un periodismo subvencionado por el poder, frente
a un periodismo à
bout de souffle luchando
como contrapoder frente a todo metasistema organizado para legitimar
a un sistema corrupto y viciado sin separación de poderes.
Otra
nota diferenciadora la pone la representación en tiempo real del
programa con el que fue elegido en una circunscripción electoral
cualquier político, testando el estado de opinión de los
seguidores de una cuenta de twitter
o facebook
en el desarrollo de un debate legislativo en las Cámaras de
diputados y senadores o plenos de Ayuntamientos.
Por
último, recordar que la tarea del intelectual es opinar, des-velar y
denunciar la corrupción y la violación de los derechos humanos.
Noam Chomsky en La
responsabilidad de los intelectuales,
afirmó que: “la responsabilidad de los intelectuales consiste en
decir la verdad y en denunciar la mentira”.
Y
es que siguen siendo válidas las palabras de Chomsky en 1969: “Un
hombre verdaderamente perspicaz y sensible que visitara los Estados
Unidos en la actualidad, se sentiría impresionado por la hostilidad,
el miedo y la irracionalidad, por la sensación de que la estabilidad
de la sociedad está en peligro, aunque no pueda vislumbrar otras
alternativas verdaderas”. En lugar de Estados Unidos, pongamos
España y esa incapacidad de vislumbrar una alternativa entre lo
que tenemos y Podemos.
Ese
debate se juega en las Redes Sociales en un país en el que como
decía Ortega, lo que no ha hecho el pueblo, no lo ha hecho nadie, y
donde el fútbol y la telebasura
son la auténtica escuela de muchedumbre parafraseando también a
Ortega, a propósito de la tauromaquia. Hay grupos comprometidos con la libertad, la verdad y la lucha contra la demagogia, pero solo tienen influencia, son Pepitos
Grillos en
busca de la verdad. Pero de la influencia a la opinión hay un paso: una suma de altavoces, y las democracias modernas son un régimen de opinión pública en la que se enfrentan la opinión publicada (en manos de profesionales y a veces de intereses empresariales vinculados a grupos de poder) y la opinión tuiteada. Yes, we can.