“Por
mediación de Arquitas llegó Platón a la corte del tirano de
Siracusa, Dionisio I. Tuvo la pretensión de mover a este príncipe a
hacer realidad en su Estado los ideales ético-políticos que él
acariciaba. Pero el autócrata resultó ser demasiado débil y
desordenado para hacer regla de su conducta la razón en vez del
capricho. La aventura terminó en que por intrigas de Dionisio,
Platón fue vendido como esclavo en la plaza pública de Egina.
Felizmente para Platón, en aquel difícil trance fue casualmente
descubierto y rescatado por un socrático de la escuela de Cirenne,
Anníceris. Vueltos los dos amigos a Atenas, quiso Platón devolver
el precio de su rescate; pero Anníceris se negó a aceptarlo, y
entonces Platón con aquel dinero adquirió unos jardines contiguos
al santuario del héroe Academo, y allí fundó su Academia en 387.
Si todo sucedió tal como se nos narra, resultaría que la primera
universidad europea se levantó con el dinero de la venta de un
filósofo”.-Johannes Hirschberger-.
El
sitio de Barcelona se produjo entre el 25 de julio de 1713 y
el 11 de septiembre de 1714. El combate enfrentó a los
partidarios del Archiduque Carlos y a los partidarios de Felipe V y
sus aliados franceses.
Antonio
de Villaroel fue el jefe militar de la defensa de Barcelona, y
arengó así a sus tropas: “Señores, hijos y hermanos: hoy es el
día en que se han de acordar del valor y gloriosas acciones que en
todos tiempos ha ejecutado nuestra nación. No diga la malicia o la
envidia que no somos dignos de ser catalanes e hijos legítimos de
nuestros mayores. Por nosotros y por la nación española
peleamos. Hoy es el día de
morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal
fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo su rey, la fe de su
religión y sus privilegios”.
Por
su parte, Rafael Casanova
arengó igualmente a la tropa: “se confía con todo, que como
verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán
todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su
sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por
la libertad de toda España”.
Tarradellas
pronunció su histórica frase de Ciutadans
de Catalunya, ja sóc aquí,
el 23 de octubre de 1977 en el balcón de la Generalidad con una
propuesta muy simple: reconciliación y afirmación de que catalanes
eran todos los ciudadanos que vivían en Cataluña. El 2 de
noviembre de 1985, en el diario EL PAÍS, el periodista José Antich,
reproduce el contenido de un encuentro del Grup
Periodístic Barcelona, con
el Molt Honorable Senyor Tarradellas: “El ex presidente de la
Generalitat, aconsejó a su sucesor, Jordi Pujol, que dimitiera de su
cargo cuando el fiscal general del Estado presentó una querella
contra 25 ex directivos de Banca Catalana, entre ellos el propio
Pujol, y le ofreció, si así lo hacía, su apoyo y una declaración
pidiéndole que regresara. Pujol negó ayer mismo la veracidad de
esta afirmación. En unas declaraciones hechas a un grupo de
periodistas barceloneses el jueves por la noche, Tarradellas
afirmó: La
gente se olvida de que en Cataluña gobierna la derecha; que hay una
dictadura blanca muy peligrosa, que no fusila, que no mata, pero que
dejará un lastre muy fuerte”.
Sobre
la querella de Banca Catalana, escribió Jordi
Solé Tura
en el diario EL PAÍS el 27 de mayo de 1984: “Se
discute ahora sobre la oportunidad de la querella. Es posible que
éste no sea precisamente un momento oportuno, pero no se trata solo
de un problema de oportunidad. Este asunto tenía que haberse
planteado y resuelto hace ya tiempo y si ha estado arrastrándose
tanto ha sido por razones fundamentalmente políticas. Para decirlo
con claridad: no se planteó en anteriores legislaturas porque UCD
necesitaba los votos de CiU en Madrid y CiU necesitaba los votos de
UCD en Barcelona. Y el Gobierno del PSOE, agarrotado por una política
autonómica carente de rumbo, de claridad y de valentía, ha dejado
pudrir la cuestión de la peor manera, amagando sin dar, repartiendo
puyazos, lanzando insinuaciones hirientes, pero eludiendo las
posturas claras cuando había que tomarlas, como ocurrió en el
propio Parlamento de Cataluña, donde solo el PSUC planteó
claramente la cuestión. También han jugado aquí algunos equívocos
electorales. Por eso denunciar la inoportunidad política de la
querella es caer en lo mismo que se pretende denunciar, es decir:
aducir una razón política contra una acción judicial. En vez de
discurrir sobre la oportunidad de la querella todos deberíamos
alabar el profundo sentido del deber que han mostrado los
funcionarios del Ministerio Fiscal que la han promovido. Es posible
que la querella naufrague ahora en el mar de los requisitos formales,
pues existe todavía una enorme inadecuación entre lo que establece
la Constitución y la realidad orgánica de nuestro Poder Judicial.
Pero, para mí éste es un gran paso adelante en la afirmación del
Poder Judicial como un sistema de justicia independiente”.
El
destino de la querella se quedó en las hemerotecas, pero
reproducimos las palabras de un Jordi Pujol eufórico, reelegido
Presidente de la Generalidad de Cataluña en 1984 desde la Plaza de
Sant Jaume dirigida a la multitud que allí se congregó: “El
Gobierno central ha hecho una jugada indigna (…) en adelante, de
ética y moral hablaremos nosotros. No ellos (…) Hemos
de ser capaces de hacer entender a todos, fuera de aquí, no
solamente que con Cataluña no se juega y que no vale el juego sucio,
sino que desde nuestra identidad de pueblo estamos dispuestos a
colaborar para la construcción general del país, porque nosotros no
vamos contra nadie, sino a favor de todos”.
El
25 de julio de 2014, Jordi Pujol confiesa que: “su familia
defraudó a Hacienda con una cantidad millonaria que recibió en
herencia”. No hubo mención alguna al 3% que denunciara Pascual
Maragall el 24 de febrero de 2005 a propósito de la sesión
plenaria monográfica en la Cámara catalana tras el hundimiento del
túnel del metro del Carmel en Barcelona. Maragall acusó a CiU de
quedarse con el 3% de los costes de la obra pública que adjudicó
cuando estuvo al frente del Gobierno catalán, pero se vio obligado a
rectificar ante la amenaza de Mas ante el pleno de romper el consenso
para sacar adelante la reforma del Estatuto catalán, que se hallaba
en trámite de ponencia parlamentaria.
El
31 de agosto de 2015, Felipe González escribe un artículo en
EL PAÍS dirigido A los catalanes, en el que defiende la
unidad de España, recordando sus tiempos de Presidente del Gobierno
de la Nación, en los que en 1982, el New York Times tildó a él y a
su equipo de jóvenes nacionalistas españoles.
Un poco de hemeroteca
basta para demostrar que el procés
fue vaticinado por muchos pensadores, escritores, periodistas y
líderes políticos. Pero en toda construcción de ficción para
dotarla de realidad, el mito es previo al logos. Platón fue
considerado como hijo de Apolo; a Mas se le considera hijo político
de Pujol. De manera que no faltará un rapsoda que escriba el relato
mitológico, en el que un Felipe González tiránico que no acepta
los caprichos nazionalistas
de Pujol lo expone en la plaza pública imputado por delitos
societarios de Banca Catalana, pero el pueblo se rebela y en gratitud
a Pujol acepta pagar su rescate. Éste decide devolver al pueblo el
precio de su libertad procesal, y el pueblo se niega a aceptarlo,
construyendo con el 3% del montante económico de su rescate, el
procés.
La
Historia se repite como diría Marx, primero en forma de tragedia, y
después en forma de farsa. En octubre de 1934 murieron 46 personas
como consecuencia de la proclamación de independencia de la
República de Cataluña por parte de su Presidente Lluís Companys.
Todo el proceso que lidera Mas es pura farsa y comedia con la
pólvora del Borbón.
Pero la comedia es antesala del drama que se avecina, porque si algo
ha quedado claro es que se está cumpliendo la máxima de Cambó:
el fracaso de un político es pedir lo imposible, y retrasar lo
inevitable. Pedir la secesión y retrasar el hacer efectivo el
cumplimiento de la Ley.
La
muerte de Montesquieu
de la que presumió Alfonso Guerra,
ha aparcado por cuestiones políticas, las resoluciones que un Poder
Judicial independiente y con separación de poderes hubiese podido
fallar en una Comunidad donde se ha convertido en virtud presumir de
no cumplir las leyes de Madrit.
Sea
como fuere, todo este caldo de cultivo de odio a España, es fruto de
la ingenuidad de otorgar las competencias de Educación a las
Comunidades Autónomas, sin aquella decisión política, como
escribió Albert Boadella en
EL PAÍS el 26/8/1994: “una penetración tan profunda en el tejido
social no se hubiera realizado sin un caldo de cultivo propicio y
abonado ya en el pasado por encomiables sentimientos ecológicos de
minoría étnica, aunque también, ¡faltaría más!, por una
manipulación de la historia a fin de añadir agravios y señalar
culpables de lo que son, muchas veces, nuestras propias
incapacidades.
Pero
el virus no inocula simplemente catalanismo, que en mayor o menor
grado lo tiene ya cualquier afectado que convive desde hace siglos
con esta esquizofrenia de si es más catalán que español o
viceversa. El virus añade un nuevo componente que estimula los genes
tribales a fin de restablecer un comportamiento tipo para todo
habitante de la tribu, si quiere ser digno de ella. Este nuevo
componente no está exento de peligro, ya que su acción uniformadora
conlleva también una clara inducción a premiar la mediocridad, algo
que se empieza a notar de forma alarmante”.
Pujol
en su plaza de Egina
particular supo
envolverse en la senyera;
ahora Mas que cada vez
es menos y más cadáver político, vuelve a refugiarse en el
patriotismo cuando las investigaciones judiciales lo acechan. Pero la
plaza de Egina ya no admite entusiastas del Junts
pel sí, sino de una
Cataluña de todos y para todos.