“El
verdadero crítico es aquel que lleva consigo los sueños e ideas y
sentimientos de miríadas de generaciones, aquel a quien no le
resulta extraña forma alguna de pensamiento ni oscuro impulso
emotivo alguno” -Oscar Wilde-.
“Solo
tenemos personalidad individual y cultural en la medida en que
asumimos nuestro pasado, sus valores y símbolos, y somos capaces de
reinterpretarlo.(...) El conocimiento es imitación y la única
diferencia entre ambos es, según lo que escribió Nietzsche, que la
inspiración se sumerge libremente en el vértigo del traslado
mientras que el conocimiento intenta fijar la impresión sin
metáforas, sufriendo así un proceso de petrificación: queda así
expresada y estampada y conservada en forma de concepto. No existe
expresividad sin metáfora”-Ricoeur-
Muchos
peregrinos cuando llegan a Santiago, continúan hasta Fisterra como
de si de un epílogo del Camino se tratase.
Pero,
¿y si Fisterra fuese el inicio y no el final o ambas cosas?
Todos
los expertos que han escrito sobre el Camino de Santiago están de
acuerdo en un punto: hubo una ruta anterior al fenómeno de la
peregrinación que conducía a gentes de toda laya y condición, al
Finisterre, al Ara Solis, a
la muerte temporal del Sol, en un viaje de este a oeste por la
Galicia mística de los viejos cultos al Sol y a la piedra.
Galicia es la Ítaca del Camino
jacobeo según Sánchez Dragó, quien además ve en ese viaje
iniciático, una reconstrucción del mito de Osiris.
El
Camino hoy como antaño es un camino de transformación, de luz
interior, o no es. Y toda transformación exige un morir
para renacer renovado. El Camino por tanto es un viaje de oca
a oca que va desde la visita a
la tumba del Apóstol Santiago el Mayor hasta la tumba del sol
engullido por el Mar Tenebroso,
donde se creía que iban las almas cuando se morían, una metáfora
de la vida y de la muerte sin duda. Galicia es el país de los
muertos, la frontera entre el mundo
terrenal, el infierno
que se encontraba donde el sol se escondía, y el edén,
ultreia los mares.
Perfecta weltanschauung (visión
del mundo) cristiana de la Edad Media.
Las
piedras para el hombre primitivo eran símbolo de perennidad, de
energía, de fuerza. En Galicia las piedras horadadas tenían
reminiscencias de origen pagano que las dotaba de poderes curativos y
fertilizantes. En Muxía podemos ver ese culto de litolatría anudado
a la leyenda de la aparición mariana en vida al Apóstol, a bordo de
una embarcación de piedra, convertido por el cristianismo en lugar
de culto en el Santuario de la Virgen de la Barca.
Humilladeros
y milladoiros jalonan todos los caminos de Santiago. El milladorio
tiene en la lengua gallega distintos significados: como humilladero,
cruceiro y oratorio (pequeña capilla). Los milladoiros se definen
como montones de piedrecitas testimoniales formadas por acumulación
de las que dejan los caminantes al pasar por un punto concreto y con
intenciones o ritos diferenciados. Es preferible hablar de
milladorios por su mayor riqueza semántica, y usar el término
humilladero para referirse exclusivamente como lo define el Rae,
al: “lugar
devoto que suele haber en las entradas o salidas de los pueblos y
junto a los caminos, con una cruz o imagen”. El humilladero por
antonomasia sería la Cruz de Ferro de Foncebadón.
Si
la piedra y el sol constituían los ejes angulares de un camino
anterior al descubrimiento de la tumba del Apóstol, tenemos que
hablar igualmente de que dicha ruta no solo discurría en
horizontal, es decir, pisando la tierra, sino que además la mirada
del caminante apetecía de la verticalidad, de los cielos, de la Vía
Láctea, del Campus Stellae. Por
otra parte, el peregrino se acreditaba como tal con una concha
venera, como algo que venía de las aguas, como la llegada de Venus a
la playa después de nacida de los genitales de Urano cortados por su
hijo Saturno y arrojados al mar.
Y
seguimos por la senda de las leyendas. Alfonso X el Sabio vinculó
la figura de Hércules a España en su Estoria de Espanna, y
sea como fuere su huella
nos da claves para entender todo el relato mitológico previo al
descubrimiento del sepulcro del Apóstol.
Zeus
le fue infiel a Hera con Alcmena, con quien concibió a Heracles
(Hércules en la tradición latina), pero para convertirse en
inmortal, debía de ser amamantado por la esposa traicionada. Una tarde,
paseando con Atenea, encontraron al niño descansando en la hierba y
al contemplar su hermosura, fue convencida por Atenea para que lo
amamantase. Heracles chupó la leche con tal violencia, que al herir
a Hera, lo retiró de su seno violentamente, pero su leche siguió
fluyendo formando la Vía Láctea.
La
senda de las estrellas, el camino en vertical
siempre
al occidente, al Finis
Terrae, fue
formado pues en la Cosmogonía grecolatina, por Hércules.
El
décimo trabajo de Hércules consistió en conseguir los rebaños de
Gerión y navegar hasta las islas de Eritrea. Para ello, se enfrentó
a la masa rocosa, confín del Mare
Nostrum
y puerta infranqueable del enigma. Alzó su mazo y rompió la montaña
permitiendo que el mar, estancado y cerrado, sin posibilidad de
comunicar sus aguas con el océano, se unieran. Así quedaban rotos
el secreto y el misterio, más allá la Atlántida, y el Jardín de
las Hespérides. Para dar testimonio de su hazaña, la montaña
hendida, quedó flanqueada por sus dos columnas: Calpe (Gibraltar) y
Abila (monte Hacho, Ceuta).
El
cuerpo decapitado de nuestro Apóstol navegó desde Palestina hasta
las columnas de Hércules (la denominación de Estrecho de Gibraltar
llega con la invasión árabe) y bordeó la costa portuguesa hasta
llegar a la Ría de Arosa y desembarcar en Padrón.
Nuestro
héroe se enfrenta igualmente al gigante Gerión en La Coruña con el
fin de liberar al pueblo de su poder despótico y defender a sus
mujeres, construyendo un enorme faro (Torre de Hércules) para
conmemorar su victoria y dando dicho nombre a la ciudad en honor de
Crunia, mujer de la que se enamoró. Nuestro Apóstol intervendría
posteriormente en la Batalla de Clavijo en defensa de Ramiro I de
Asturias, quien se negó a dar el tributo de las cien Doncellas a los
musulmanes con Abderramán II al mando.
Por
otra parte, recordemos que se atribuye la fundación de la ciudad de
Noia a los descendientes de Noé y su hijo Jafet tras el diluvio, y
que su escudo lleva el Arca como seña de identidad.
Galicia
es pues el occidente soñado y temido, pero siempre misterioso, de
manera que todo camino esotérico y gnóstico debe llegar hasta los
confines del occidente frente al Mar Tenebroso. En este sentido, sin
duda alguna, Finisterre
y Muxía son el epílogo del Camino.
Pero todo creyente de religión exotérica -con x- (las del libro tal
y como las conocemos: Biblia, Corán, Torah), requiere de un bautismo
como medio de alcanzar la gracia, y el bautismo en sentido
etimológico significa inmersión en el agua, para renacer una vez
que se vuelve a respirar, después de una pequeña
muerte. El
Mare
Tenebrosum formaría
pues en compañía del Sol y de la piedra, el perfecto argumento
del designio, argumento
teleológico en favor de la existencia de Dios, válido para los
gnósticos y para los cristianos de fe. En
su sentido exotérico, Finisterre y Muxía son pues, el inicio del
Camino para
los creyentes.
Recordemos
que se puede conseguir la Compostela caminando desde Finisterre/Muxía
siempre y cuando se incluya dicha etapa intermedia. El Camino sea
como fuere es un caminar
hacia el oeste,
un final esotérico y un inicio exotérico frente a uno de los
primeros templos marianos de España: el Santuario de la Virgen de la
Barca, en definitiva, una muerte para renacer renovado a la vida.
“Gracias meu Señor Santiago, a vosos pes me tés xa. Se queres
tirarm a vida, pódesma Señor tirar”-Don Gaiferos de Mormaltán-.
¡Buen
Camino, siempre, ultreia!