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sábado, 9 de mayo de 2015

Uti et frui.Vive en el corazón (S.Agustín) del Camino de Santiago


Quiero hacer el Camino, ¿qué me aconsejáis? Necesito ayuda.

 Hay mucha información en las páginas oficiales del Camino de Santiago, Asociaciones y grupos de Facebook, pero vamos a intentar explicar cómo se organiza(planificación es un término destinado a lo racional, y el Camino es emocional) entre la experiencia adquirida y la demanda de consejos habituales en las Redes Sociales, para aquellas personas que quieren hacerlo por primera vez.
  Preparando el Camino.
 Lo primero es saber de cuantos días disponemos para realizar etapas y decidirnos por uno de los Caminospreparar la mochila y conseguir la Credencial del peregrino. Sobre este particular, pese a que se puede llevar un folio, es aconsejable llevarla porque formará parte de tus recuerdos y quedarán encuadernados. Recomiendo incluir un chaleco reflectante porque no hay que olvidar que se transita por muchos tramos de carretera, caminamos más seguros con él y es obligatorio su uso pese a cierta tolerancia para con los peregrinos. Además nos sirve de protección en días de viento.
   ¿Qué distancia hay que recorrer cada día? 
 La respuesta es muy sencilla y se reduce en una máxima del peregrino: Haz tu Camino. En otras palabras, el peregrino se propone y el Camino se impone. La planificación es una mera estimación, pero las guías no son la Biblia, son herramientas útiles que nos dan información necesaria. No hay que obsesionarse con las etapas oficiales. Si no se disfruta del paisaje, con el paisanaje, y con el encuentro con el Otro, arruinaremos nuestro Camino. Como reza un mural en Logroño, el Camino se hace por tapas y no por etapas. Es más importante la actitud que la aptitud; la fortaleza psicológica y el entusiasmo que la fortaleza física. Muchos peregrinos arruinan su Camino  por lesiones provocadas por ir de sobrados. La tendinitis acompaña al superman como el zumbido al moscardón.

   ¿Qué tipo de calzado es recomendable?
  Pregúntate qué tipo de pisada tienes (pronadora, supinadora, neutra) para elegir el calzado adecuado y elegir muy bien el calcetín. Es sin duda junto al calzado, lo más importante. En las tiendas de deporte se pueden adquirir calcetines aptos para el atletismo intenso y nos evitarán muchos problemas de rozaduras. En definitiva, calzar el pie ha de hacerse buscando el equilibrio perfecto para absorber el impacto de la pisada, y la sujeción. 
  Las temibles ampollas se pueden evitar siguiendo pautas sencillas y experimentadas. La piel se debilita por roce y por calentamiento. Es recomendable  parar cada dos horas, descalzarse y enfriar el pie, y observarlo para advertir zonas enrojecidas y aplicar cremas o vaselina en ellas.
  La tradición la dejo de lado en un punto: recomiendo dejar el bordón en casa. Lo ideal es caminar con dos bastones de trekking que nos ayudarán a enderezar la espalda fortaleciendo las extremidades superiores evitando el hormigueo de las manos y darán estabilidad a la columna vertebral y evitarán caídas. Además nuestras articulaciones sufrirán menos y repartiremos el peso de la carga sobre cuatro puntos de apoyo en lugar de dos.
 
 ¿Qué llevo en la mochila?
  Cuanto menos mejor, lo más pesado debe ir abajo a la altura de la cadera, y lo menos pesado en la parte superior de la mochila. No te enredes con cosas innecesarias como el botiquín porque en caso de necesidad las podrás comprar. En el Camino se puede adquirir todo, no transitas por la selva.

¿Qué Camino elijo?
   Un Camino es como una sinfonía, si le falta algún movimiento es una sinfonía incompleta. No es cuestión de enredarse en conceptos que desvirtúan lo esencial kilómetros, compostela, caminantes, peregrinos, turigrinos sino de centrarte en tú decisión. Pregúntate cuáles son tus intereses: artísticos, culturales, históricos, paisajísticos, deportivos, espirituales...y obtendrás la respuesta. Si te gusta disfrutar de la costa por ejemplo, haz el del Norte. Es aconsejable hacer un Camino desde su inicio por ejemplo Roncesvalles, si no puedes hacerlo de tirón, hazlo por tramos en años sucesivos.
    Mis miedos
  ¿Me perderé en el Camino? Rotundamente No. Ni necesitas brújula ni gps, tan solo seguir la flecha y en caso de que por despiste o cansancio pierdas el sendero, no has de preocuparte, camina de nuevo en sentido contrario hasta que vuelvas a ver la última señal. Retroceder es mejor que caminar angustiado. El despiste es siempre fruto de la falta de atención y en su caso de orientación. Lo mejor es siempre seguir la flecha del Camino oficial y no desviarse para tomar opciones alternativas porque suelen obedecer a intereses económicos y obligan a dar rodeos innecesarios.
    ¿Solo o acompañado?
  Es otra decisión importante. Son muchas las personas que quieren hacer el Camino de Santiago pero no se atreven a hacerlo solas y cada año se lo vuelven a plantear cuando no encuentran a alguien para hacerlo en compañía. Hoy en día el Camino, no es una empresa colectiva como en la Edad Media y es muy aconsejable hacerlo solo al menos una vez. Hacerlo solo no quiere decir hacerlo en soledad, porque siempre tendrás la opción de caminar junto a otros peregrinos y te enriquecerás conociendo gente nueva. Uno de los milagros del Camino es la única utopía posible del ser humano según Adorno: acercarse al otro sin miedo. Las relaciones humanas en el Camino son muy gratificantes y se dan en un plano horizontal, no hay clases sociales ni económicas, solo peregrinos o caminantes. Hazlo y vence tus miedos. Caminante SI hay camino, al andar pisas huellas que otros pisaron y volverán a pisar.
    ¿Viaje organizado o aventura?
  Ambas opciones son correctas, no se es más peregrino por no llevar reservado el albergue. Recuerda que los albergues no son hoteles, pero el hospitalero te va a atender mejor que un recepcionista, y en ellos se vive la experiencia de endoculturación del Camino, se cambian impresiones, se aprende y se aprehende, y se interioriza el Camino. Y por favor: albergue de donativo no quiere decir gratis, la ducha que te das y el uso de las instalaciones tiene un coste económico. El truco para no perder la magia consiste en no hacerte trampas saltándote tramos, cogiendo un taxi para llegar antes al albergue y respetando las reglas de juego de los albergues públicos. No es cómo haces el Camino sino lo que haces en el Camino. La cuestión no es llevar o no la mochila, por ejemplo, sino la actitud que muestres y tu comportamiento.

   No estoy entrenado, ¿puedo hacer el Camino?


  La respuesta es SÍ, salvo recomendación médica contraria. Cualquier persona si no tiene limitaciones físicas severas, puede caminar una media mínima de dos a tres kilómetros por hora. Si en una jornada (salvo en invierno) se dispone de doce horas de luz, se puede llegar a recorrer 24 kilómetros como mínimo, distancia que  asegura llegar a un refugio en casi todos los caminos en los meses más concurridos en los que abren todos los albergues (sobre todo en el Francés). Pero como hemos subrayado, cada cual hace su camino, y no hay nada que impida hacer etapas de 15 kilómetros por ejemplo. El Camino no es una competición de atletismo, cada cual emplea el tiempo que necesite para realizar una etapa atendiendo a motivaciones de todo tipo, como esas paradas que se hacen para disfrutar del paisaje o de un remanso de paz. En otras palabras, no hay canon ortodoxo de kilómetros. El Camino es una distancia que separa un punto de inicio de otro de destino (Santiago u otra localidad si se decide fragmentarlo o hacer determinados tramos), lo esencial es recorrerlo, vivirlo y sentirlo sin preocuparse del tiempo empleado.
   Es preferible, no obstante, acostumbrarse a caminar antes de iniciar el Camino, pero la puesta a punto llegará en el kilómetro cero. Las estadísticas no engañan: cada año pasan por la Oficina del Peregrino centenares de miles de personas de toda complexión física y condición, por lo que se puede afirmar que el Camino es democrático y está al alcance de casi todas las personas.
    Uti et frui
   El Camino se empieza a disfrutar desde el momento en que decides hacerlo, se vive caminándolo y se recrea recordándolo. El kilómetro cero de cada camino es cerrar los ojos y abrir los brazos a los sentidos y las emociones antes de dar tu primer paso. Siguiendo la máxima de San Agustín, el Camino te hará vivir en el corazón.