It
is better to travel hopefully than to arrive,
escribió R.L. Stevenson citando un adagio japonés. Es mejor
viajar lleno de esperanzas, que llegar; en otras palabras, la
felicidad está en la salida y no en la meta.
Al
intentar escribir sobre los Caminos de Santiago, soy consciente de
su complejidad y por ello intentaré permitirme la licencia de
fusionar camino y peregrinación al modo quijotesco.
Para
el caminante, es más importante el Camino que la meta; para
el peregrino es más importante la meta que el Camino. Para el
caminante lo importante es el misterio, la interiorización del
camino, la fusión con la naturaleza, aprender a escuchar al cuerpo,
vencer los miedos, superar límites. Para el peregrino, por el
contrario, lo esencial es llegar para volver renovado
espiritualmente, máxima que está presente siempre en la misa de
doce en la Catedral de Santiago de Compostela.
Galicia
nació directamente de un milagro, fue la tierra escogida por el
Apóstol Santiago el Mayor para predicar y reposar; Castilla La
Mancha nació de un personaje literario (el primer personaje de
ficción de la historia de la literatura).
La Ruta de Don
Quijote fue el primer itinerario cultural europeo basado en un
personaje literario .En la actualidad discurre por las provincias
manchegas de Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Albacete y Guadalajara y
sus 2500 kilómetros de rutas la convierten en el mayor corredor
ecoturístico de Europa y está incluida en la Red Mundial de
destinos sostenibles de National Geographic.
Pero
la ruta manchega está concebida para ser recorrida como
turista. Los itinerarios se incluyen en las guías de
carreteras y su kilometraje está diseñado para hacerse en
automóvil.
Sin
sufrimiento no hay gloria; no pain, no glory, afirmamos con
orgullo quienes recorremos a pie los caminos. Quien lo hace
como turista, con apoyo de coche escoba, saltando tramos, sin
cargar con la mochila, sin tragar el polvo, y destrozando sus pies y
articulaciones, no puede sentir la satisfacción, la plenitud de
vencer a la adversidad.
En
el Camino no hay meigas, solo hadas y ese es uno de sus
atractivos. Porque hádico es el elemento poético, mágico,
numinoso que te fagocita en cada paso que se da. Y en el horizonte
siempre el Apóstol, como peregrino. En el Camino no sentimos al
Apóstol mata moros ni al Apóstol tronante y triunfante.
Ahora bien, la cultura de ese viaje iniciático repara como afirmaba
Delibes que en Castilla y en toda España, los días se llaman
santos y los hombres se llaman motes, y en el Camino, el mote por
antonomasia es el de peregrino.
He
aquí la conexión, nuestro Quijote habitó en tierra de
cultura de santoral y altos ideales. Podemos pues reivindicar un
Camino, aunque no podamos convertirlo en destino de
peregrinación.
Quienes
hemos recorrido los Caminos de Santiago, tenemos claro que solo
podemos hacerlo gracias a la red de albergues, señalizaciones,
hospitaleros, y cuantas personas te prestan su apoyo orientándote si
te pierdes, ofreciéndote agua, comida, abriendo su negocio antes del
amanecer para que puedas desayunar y dándote todo tipo de ayuda al
grito de buen camino que ha sustituido casi por completo al
tradicional ultreia et suseia.
“Es
caminante quien mueve sus pies y su cabeza, y sus esperanzas,
empeñando su tiempo, soñando con lo venidero, gustando siempre de a
lo que a sus ojos llega” (Del Libro Primero de Petronius el
Alquimista 1765). Nuestro Quijote estaría totalmente de acuerdo,
pero él tuvo una red de posadas, en sus recorridos buscando desfacer
entuertos. El caminante no exige nada, agradece cuánto recibe,
cuida el entorno, respeta la naturaleza, y también genera riqueza, e
información turística en las redes sociales.
En
una sociedad desacralizada que ha eliminado el misterio y perdido el
contacto con la naturaleza, nos queda la tarea de redimirla en un
mundo ideal. Y ese mundo ideal tiene su hábitat perfecto: Castilla
La Mancha y su libro recomendado: Don Quijote.
Perfecta
combinación: contrastes de paisajes, tierra de altos ideales,
literatura y una Dulcinea particular convertida en el Hada del
Camino.
Pasión
por disfrutar, por impregnarte de la cultura, de las tradiciones, de
la gastronomía de La Mancha, de su naturaleza con el tiempo
detenido, sin contaminación ambiental.
España es
para andarla, para descubrirla, para sentirla, para gozarla en
compañía y en soledad; en silencio y en charlas amenas caminando.
No puede existir
expresividad sin metáfora ni concepto sin sometimiento a definición,
por ello, hemos subrayado la distinción esencial entre peregrino,
caminante y turista. La felicidad está en la salida y no en la meta;
la felicidad está en el Camino, en un camino sin meta, en los
caminos que recorrió nuestro Quijote, sin elegir destino final, a
sabiendas de que lo que ilusiona es la ruta y que llegar es angustia,
anhelo de volver a empezar, una especie de petite morte sin
duda.
Castilla La
Mancha dispone de un corredor quijotesco de 2500 Kilómetros
cuadrados para convertirse en el Camino por antonomasia, en un
camino sin meta. O tal vez sí, en un Camino con muchos
destinos: Villanueva de los Infantes, Almagro, Calatrava la Nueva,
Tomelloso, Argamasilla de Alba y un largo etcétera. Los Caminos de
Santiago carecen de demarcación geográfica. Si como afirmaba
Nietzsche: “la meta de la humanidad no puede estar en el final,
sino únicamente en sus ejemplares supremos”, caminemos sin
destino,renovemos la fe abrazando al Apóstol y cultivemos nuestra
mente leyendo el Quijote.