Los
cristianos orientales de Siria marcaron la dirección de la Iglesia
hacia un modo de vida que requería aislamiento del mundo, austeridad
y sufrimiento. Esta vida era un valle de lágrimas que se vería
recompensada con la visión eterna de Dios en el cielo. En Marcos
10-25 se reproducen las palabras de Jesús a sus discípulos: “Hijos
míos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más
fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico
entrar en el reino de Dios”, de manera que en el siglo IV tras la
paz constantiniana, los Padres
del desierto se
fueron a vivir las soledades de Siria y Egipto.
San
Simón, Simeón el Estilita, o simplemente Simón
Estilita fue
uno de ellos cuya fama radica en el hecho de haber elegido como
penitencia pasar 37 años en una pequeña plataforma sobre una
columna. Sin embargo, su retiro lo ubicó en un cruce de caminos muy
transitado entre Alepo y Antioquía y las multitudes venían a verlo.
Su columna se convirtió en un axis
mundi
(conexión cielo tierra) a modo de faro, de guía espiritual. A su
muerte se construyó una iglesia alrededor de la columna, hoy
convertida en una especie de chupa
chups
después de haber sido tallada para obtener reliquias por multitud de
fieles. El retiro de Simón entrañaba un monacato pedagógico, un
contemptus
mundi,
pero a diferencia de Diógenes
que
platicaba con una estatua para acostumbrarse a la indiferencia
humana, Simón permitía el acceso a su plataforma desde una escalera
para no perder el contacto con los hermanos humanos.
En
el Camino de Santiago, parafraseando a Milagros Rivera Garretas a
propósito de Las Muradas, encontramos hospitaleros que quieren tener
un papel trascendente pero sin ser religiosos, y que quieren ser
ascetas pero no en la Iglesia constituida ni en la herejía.
Jesús
Jato,
hospitalero de Villafranca del Bierzo, Tomás
el Templario,
hospitalero de Manjarín y Resti
hospitalero
de Castrojeriz, hoy retirado en Alicante y dando charlas para la
Asociación de Amigos del Camino de Santiago, son nuestros Simón
Estilita
particulares en el Camino Francés.
Jato
cuenta que su abuela decía que cuando se recogía a un peregrino, se
estaba dando posada a Jesucristo y afirma que el camino está vivo y
que es un camino que lleva a la luz. El camino tiene una magia
especial para Jato, porque se transita por huellas de millones de
personas que lo hicieron con anterioridad con mucha fe dejando sus
pisadas y energías, algo que pretende invocar con sus queimadas
en una especie de ritual esotérico.
Tomás
eligió el Monte Irago para dar cobijo a los peregrinos que
transitaban por unas temperaturas extremas sin
civilización
entre Rabanal del Camino y Molinaseca con una taza de caldo y un
café, algo que afirma que nunca le faltó para ofrecer a los
peregrinos. Para Tomás los peregrinos están en el camino por una
llamada de carácter espiritual en busca de una transformación
interior, y terminan por convertirse igualmente, en libres
pensadores. Según Tomás, como Templario, el concepto de tiempo
tiene otra medida, el ayer y el hoy son un eterno presente porque la
tarea del Templario es la misma de siempre, preparar la llegada de
Cristo, ayudando a que en el interior de cada uno, la
fuerza lo acompañe,
por eso la misión esencial es recuperar los lugares sagrados, las
rutas sagradas, y sus vibraciones cósmicas.
Resti
abandonó su puesto de gestor de publicidad del Real Madrid y se
instaló en Castrojeriz. A diferencia de Tomás y Jato, su concepto
de hospitalero no va ligado a esoterismo o gnosticismo alguno,
simplemente a reivindicar su manera de entender la hospitalidad
fundando en 1996 la Asociación de Amigos de los Refugios del Camino
de Santiago para diferenciarla de los albergues no como una mera
cuestión nominalista, sino como un marco de valores de convivencia
donde se prohíbe encender el móvil, abandonar el refugio de
madrugada para iniciar antes la etapa del día molestando a otros
compañeros de camino y a los lugareños, y donde se despiertan los
peregrinos con música gregoriana y con un desayuno a base de
manzanas, café, mantequilla y galletas, en un ambiente de
fraternidad y de convivencia, sin pedir nada a cambio.
Como
a Simón Estilita, a nuestros hospitaleros los visitan miles de
peregrinos en calidad de faros del Camino con ganas de platicar y
compartir camino y vivencias. Nietzsche en El
nacimiento de la tragedia,
quiso unir las dos pulsiones filosóficas griegas de lo apolíneo y
lo dionisíaco, de la razón y la claridad y el éxtasis. En esencia,
aunque el Camino es mucho más, es Espíritu en sentido hegeliano, y
el camino del espíritu es el rodeo -Hegel-, en el concepto del
espíritu del camino de nuestros hospitaleros se da la pasión por el
camino de luz (lo apolíneo) y el éxtasis, la borrachera
de los sentidos
(lo dionisíaco).
Es
necesario volver a diferenciar
como ya hemos hecho en este blog, el Camino de Santiago del Camino a
Santiago. El primero conlleva una peregrinación religiosa; el
segundo iniciática, cultural, deportiva, histórica, etc. Hacer el
Camino de Santiago pietatis
causa,
nos fusiona con las religiones exotéricas (con x), es decir, las
religiones del Libro que conocemos (islam, judaísmo, cristianismo),
lo sagrado está fuera de mí, en la Biblia o el Corán, es externo,
una cuestión de creencias, no de evidencia; hacerlo por motivos de
búsqueda nos entronca con las religiones esotéricas, de lo oculto,
lo interno, sin sumisión dócil a ningún dogma. Subrayamos también
la diferencia entre peregrino y caminante. Para el caminante lo
importante es el camino, para el peregrino la meta; para el caminante
lo importante es la fusión con la naturaleza, la interiorización
del camino, para el peregrino, volver a casa renovado
espiritualmente.
En
nuestros hospitaleros encontramos fusionados todos estos conceptos
entre lo exotérico y lo esotérico, por eso afirmamos que pretendido
o no, tienen un papel trascendente y ascético pero sin pertenecer a
la Iglesia ni cayendo en la herejía gnóstica, porque entre
peregrino y caminante optan siempre por la condición de peregrinos
con meta en Santiago, y en todo caso, por la renovación espiritual,
el viaje al yo trascendente, y una cosmovisión de la vida impregnada
de nuestra cultura cristiana.
La
ubicación de sus albergues forma parte igualmente de la magia del
Camino y de sus conexiones telúricas, la aridez de Castilla que en
Castrojeriz te ofrece una de las vistas del Camino, el alto del Teso
de Mostelares, la cruz de Ferro de Foncebadón y la Puerta del
Perdón de la iglesia de Santiago de Villafranca del Bierzo. Sea como
fuere, Jato lleva razón, el peregrino pisa huellas cargadas de
sufrimiento, alegría, fe, entusiasmo, energía cósmica, renovación
interior, y también camina empapándose de la Historia, el Arte y la
cultura, y en cualquier caso, aprendiendo a escuchar su cuerpo y
ahuyentando al lado
oscuro particular.
Mi más sincero agradecimiento a nuestros hospitaleros por sus
enseñanzas. ¡Buen Camino!
Les
dejo este enlace de una entrevista a Tomás el Templario de Julio
Llambrion.