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sábado, 14 de mayo de 2016

Vence tus miedos y haz el Camino de Santiago

  “La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”.- Jung-

  Son muchas las personas que quieren hacer el Camino de Santiago pero no se atreven a hacerlo solas y cada año se lo vuelven a plantear cuando no encuentran a alguien para hacerlo en compañía. Hay empresas que se dedican a formar grupos organizados y páginas en Facebook con la misma finalidad.
                                      ¿Lo hago o no lo hago?

  En este blog siempre hemos defendido al peregrino que hace su camino con independencia de los medios de apoyo o de organización que estime oportunos, y hemos "intentado comprender" al turigrino que hace el Camino como una forma de turismo barato. Sea como fuere, el Camino es como todo lo humano, un contraste entre sus grandezas y miserias.
 Pero las preguntas esenciales para quienes quieren hacerlo y no se atreven son: ¿mejor solo o acompañado?, y si me decido a hacerlo solo, ¿debería hacer caso de quienes me dicen que eso es una locura porque me puede pasar cualquier cosa?

 ¿Me perderé en el Camino de Santiago? Rotundamente No, Esa es la respuesta al primero de los miedos. Pero hay otros miedos. El segundo en importancia, es el de la inseguridad en uno mismo, que lo acomodamos con todo tipo de razonamientos de conformidad para no abandonar nuestro confort psicológico: ampollas, ronquidos, polvo, incomodidades, etc.
  El miedo es la emoción más importante del ser humano, nos permite sobrevivir pero nos impide vivir. El Camino te enseñará a conocer tus límites, a tu cuerpo y a entrar en comunión con la espiritualidad que llevamos dentro, pero no es una aventura peligrosa si sabes elegir el tramo y la dureza exigida en relación con tus posibilidades.
  Toda emoción se combate con otra emoción. Quien tiene pánico a volar solo se sube al avión si al final del vuelo le espera ese ser querido. El miedo no enseña, el miedo produce parálisis, angustia y distorsión de la realidad. Muchos de los que fueron de niños arrojados a la piscina no han sido capaces de aprender a nadar. De manera que mi propuesta es combatir el miedo con emociones y no con razones.
  Visitar la tumba del Apóstol con independencia de tus creencias, te lleva a conectar con esa complicidad que acabas teniendo con él y por otro lado, te permite hacerle peticiones o cumplir con promesas por peticiones concedidas. Recuerda que el Camino es también el Camino de los milagros y que son otras de las flechas amarillas. El Camino te hará llorar de emoción, y si eres hombre, comprobarás cómo la fórmula de las mujeres funciona y te sentirás aliviado, desahogado y reconfortado con todos esos problemas de la vida.

  El Camino te hará sentirte más fuerte psicológicamente y te reequilibrará físicamente. Te encontrarás contigo mismo, que no hay que confundir con el viejo aforismo del templo de Apolo en Delfos conócete a ti mismo, porque el encuentro con uno mismo es el silencio que necesita tu alma y el ejercicio que necesita tu cuerpo para pensar y reinventarte; y el nosce te ipsum es una invitación a filosofar, a distinguir entre el conocimiento de los sentidos y el de la razón. Recorrerás la Calle Mayor de Europa, sus leyendas, su Historia, el románico, el gótico y sus paisajes.

  Y sentirás dentro de ti la fraternidad, hoy suplantada por el laicismo, por el término solidaridad. En el Camino más que solidarios, somos hermanos peregrinos, iguales todos entre sí, sin distinción de clase social, raza, nivel económico o sexo. Y puestos a seguir la senda de las emociones, ganarás la Compostela si has recorrido como mínimo cien kilómetros.

 Hasta aquí, un pequeño resumen de las emociones que te esperan en el Camino. Pero daremos un paso más y nos afirmaremos en que al menos una vez en la vida, hay que hacerlo solo. Cuando digo solo, quiero decir, iniciarlo solo, sin grupo o acompañante. Hacerlo en soledad es una opción, porque en el Camino no te sentirás solo, y en cada etapa conocerás peregrinos y posiblemente termines por unirte a alguien o formando un grupo hasta llegar a Compostela.

  Iniciar el Camino solo, venciendo tus miedos, te acerca a la única utopía realizable del ser humano: acercarte al Otro, a los demás peregrinos, sin miedo, sin prejuicios, sin orgullo. Te convertirás en homo viator y sentirás la necesidad de hacer el Camino como un moverse hacia un lugar para mejorar tu yo interior. Hacer el Camino solo, te permite interiorizarlo, sentir la no-homogeneidad del espacio recuperando lo sagrado frente a lo profano en tu Camino de Luz.
  Pero todo camino, tiene un principio, y “En el principio, no era el Verbo, era la acción”-Goethe.- ¿Por qué no empiezas a planificarlo para cumplir tu sueño y vivir en la emoción?


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