“La
vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”.- Jung-
Son muchas las personas que quieren
hacer el Camino de Santiago pero no se atreven a hacerlo solas
y cada año se lo vuelven a plantear cuando no encuentran a alguien
para hacerlo en compañía. Hay empresas que se dedican a formar
grupos organizados y páginas en Facebook
con la misma finalidad.
¿Lo hago o no lo hago?
¿Lo hago o no lo hago?
En este blog siempre hemos defendido al peregrino que hace su camino con independencia de los medios de apoyo o de organización que estime oportunos, y hemos "intentado comprender" al turigrino que hace el Camino como una forma de turismo barato. Sea como fuere, el Camino es como todo lo humano, un contraste entre sus grandezas y miserias.
Pero
las preguntas esenciales para quienes quieren hacerlo y no se
atreven son: ¿mejor solo o acompañado?, y si me decido a hacerlo
solo, ¿debería hacer caso
de quienes me dicen que eso es una locura porque me puede pasar
cualquier cosa?
¿Me
perderé en el Camino de Santiago? Rotundamente No, Esa es la
respuesta al primero de los miedos. Pero hay otros miedos. El segundo
en importancia, es el de la inseguridad en uno mismo, que lo
acomodamos
con todo tipo de razonamientos de conformidad para no abandonar
nuestro confort psicológico: ampollas, ronquidos, polvo,
incomodidades, etc.
El
miedo
es
la emoción más importante del ser humano, nos permite sobrevivir
pero nos impide vivir.
El Camino te enseñará a conocer tus límites, a tu cuerpo y a
entrar en comunión con la espiritualidad que llevamos dentro, pero
no es una aventura peligrosa si sabes elegir el tramo y la dureza
exigida en relación con tus posibilidades.
Toda
emoción se combate con otra emoción. Quien tiene pánico a volar
solo se sube al avión si al final del vuelo le espera ese
ser querido. El miedo no enseña,
el miedo produce parálisis, angustia y distorsión de la realidad.
Muchos de los que fueron de niños arrojados a la piscina no han sido
capaces de aprender a nadar. De manera que mi propuesta es combatir
el miedo con emociones y no con razones.
Visitar
la tumba del Apóstol con independencia de tus creencias, te lleva a
conectar con esa complicidad que acabas teniendo con él y por otro
lado, te permite hacerle peticiones o cumplir con promesas por
peticiones concedidas. Recuerda que el Camino es también el Camino
de los milagros
y que son otras
de las flechas amarillas. El
Camino te hará llorar de emoción, y si eres hombre, comprobarás
cómo la fórmula de las mujeres funciona y te sentirás aliviado,
desahogado y reconfortado con todos esos
problemas de la vida.
El
Camino te hará sentirte más fuerte psicológicamente y te
reequilibrará físicamente. Te
encontrarás contigo mismo,
que no hay que confundir con el
viejo aforismo del
templo de Apolo en Delfos conócete
a ti mismo,
porque el encuentro con uno mismo es el silencio que necesita tu alma
y el ejercicio que necesita tu cuerpo para pensar y reinventarte; y
el nosce
te ipsum
es una invitación a filosofar, a distinguir entre el conocimiento de
los sentidos y el de la razón. Recorrerás
la Calle Mayor de Europa, sus
leyendas, su Historia, el románico, el gótico y sus paisajes.
Y
sentirás dentro de ti la
fraternidad, hoy suplantada
por el laicismo, por el término solidaridad. En el Camino más que
solidarios, somos hermanos peregrinos, iguales todos entre sí, sin
distinción de clase social, raza, nivel económico o sexo. Y puestos
a seguir la senda de las emociones, ganarás la Compostela si has
recorrido como
mínimo cien kilómetros.
Hasta
aquí, un pequeño resumen de las emociones que te esperan en el Camino. Pero
daremos un paso más y nos afirmaremos en que al menos una vez en la
vida, hay que hacerlo solo. Cuando digo solo, quiero decir, iniciarlo
solo, sin grupo o acompañante. Hacerlo en soledad es una opción,
porque en el Camino no te sentirás solo, y en cada etapa conocerás
peregrinos y posiblemente termines por unirte a alguien o formando un
grupo hasta llegar a Compostela.
Iniciar el Camino solo, venciendo tus
miedos, te acerca a la única utopía realizable
del ser humano: acercarte al Otro, a los demás peregrinos, sin
miedo, sin prejuicios, sin orgullo. Te convertirás en homo
viator y sentirás la necesidad de hacer el Camino como un
moverse hacia un lugar para mejorar tu yo
interior. Hacer
el Camino solo, te permite interiorizarlo,
sentir la no-homogeneidad del espacio
recuperando lo
sagrado frente a lo profano en tu
Camino de Luz.
Pero
todo camino, tiene un principio, y “En el principio, no era el
Verbo, era la acción”-Goethe.- ¿Por qué no empiezas a
planificarlo para cumplir tu sueño y vivir en la emoción?
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