Artículo
de Luis Barros publicado en su blog Con—Tacto
que tengo el honor de compartir con Ustedes con su autorización.
Sí, siento vergüenza desde que hace unos meses empezaron las ofensas, los insultos, las humillaciones, los desprecios, y el poco respeto a casi 900 muertos y miles de víctimas.
El autor se presenta y nos presenta así su blog:
“Primero la explicación del
nombre de este blog, ya que son varios significados.
Primero mi forma de ver, sí...soy
ciego, así que veo con el tacto.
Por lo tanto, muchas de mis
críticas, serán contra las conocidas barreras arquitectónicas
desde el punto de vista de cualquier discapacidad, y las críticas a
las leyes y reformas pro discapacitados.
Segundo, no porque mis opiniones o
críticas vayan a ser suaves, no...sino que serán sentidas, con el
tacto de los sentimientos.
Y tercero, para intentar contactar
con el más allá...No me refiero al mundo de los muertos, no, hablo
de la política, que parece que están en otro mundo, olvidando
que si un político está ahí, es porque lo han votado desde lo
terrenal.
Y
para acabar, las cinco
reglas,
para que por unos segundos, cualquier persona se pueda poner en el
lugar de un discapacitado.
- Mirad sin ver.
- Escuchad sin oír.
- Sentid sin tocar.
- Hablad sin articular palabra.
- Caminad sin andar”.
Sí, siento vergüenza desde que hace unos meses empezaron las ofensas, los insultos, las humillaciones, los desprecios, y el poco respeto a casi 900 muertos y miles de víctimas.
Sí, siento vergüenza desde la
puesta en libertad de un cabecilla etarra, un asesino, ya que para mí
un individuo que pertenece a una banda terrorista es eso, un asesino,
da igual quien organice, quien dé la orden, o quien ejecute, todos
son lo mismo, terroristas y asesinos.
Pues lo dicho, desde que estaba a
punto de quedar en libertad hemos tenido que escuchar todo tipo de
tonterías, desde que era un preso político, hasta que era una pieza
fundamental para la paz.
Sí, siento vergüenza al escuchar
que el etarra Otegui es un hombre de paz. O yo no sé qué significa
paz, o el concepto de paz para los energúmenos es callar matando a
quien no piensa como ellos.
Al parecer y a pesar de que estamos
en un país democrático, paz también significa conseguir los
objetivos políticos por cualquier medio: extorsión, coacción,
chantaje, secuestro o directamente matando.
Pero también siento pena por todas
esas víctimas que tienen que ver y escuchar todas esas alabanzas
hacia ese asesino que está libre y con un trato casi de jefe de
estado (con minúsculas).
Si
para mí es insultante ver todo eso, no quiero ni pensar lo que
sentirán las personas que han perdido a un familiar o a un amigo.
Sé
perfectamente que si está libre es porque cumplió su pena, y hay
que aceptarlo. Pero lo que no entiendo es el tipo de trato que le dan
ciertas personas que se convierten en sus auténticos y entusiastas
palmeros. Y
me refiero no a sus adláteres de la izquierda radical abertzale,
sino a personas como Jordi Évole. Vamos a ver, entiendo que para un
periodista lo principal sean las primicias,
y que valga casi todo, pero tratarlo casi de colega
y dar voz a un terrorista, no vale.
Pero
cuando pensaba que se había llegado al límite de la estupidez con
este personaje, cuál fue mi sorpresa y estupor cuando escuché que
dos de sus palmeros,
los líderes de los partidos comunistas Iglesias y Garzón lo
llevarían a Bruselas a no
sé qué tontería. Y
digo tontería porque la cuestión no es a lo que va, no, la cuestión
es que
va.
Así
que sí, siento vergüenza de la imagen que estos individuos están
dando de España, mi país. Y a la vez también siento pena de lo que
pensará el resto del mundo al ver que los españoles pasean por la
capital europea a un terrorista. ¡Qué pensarán de nosotros!, que
después de décadas luchando contra el terrorismo, con centenares de
muertos y miles de heridos y víctimas, ensalzamos a uno de sus
cabecillas y le llamamos hombre
de paz.
Así
que ya veis.
¿Vergüenza
o pena?
Las
dos.
Yo,
y mi tacto.
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