“El
político tiene la obligación de gobernar y mi obligación es
gobernar en Cataluña, mal o bien, no sé, ya veremos, eso lo dirá
la historia. Ahora bien, cuando se gobierna no se pueden tener dudas,
y en España quizá lo más grave es que todo el mundo duda de sí
mismo y de los demás. Claro que hay que tener un sentido del Estado.
(…)
Para mí no hay gentes de izquierdas, gentes de derechas, no hay incluso
andaluces, gallegos, castellanos, catalanes, hay solo ciudadanos
de Cataluña, cualquiera que sea su postura ideológica,
cualquiera que sea su procedencia geográfica”.-Josep
Tarradellas- Revista Interviú número 165 -12/7/1979-.
Aviso
para la casta política española:
“La
democracia política es un producto tardío y artificial. Surge
merced a una gran extensión de los privilegios aristocráticos, a
través de la rebelión contra los abusos y en respuesta a la
inquietud experimentada por el pueblo. El principio en que se funda
no es la falta de personalidades eminentes, sino el descubrimiento de
que las eminencias existentes han dejado de ser genuinas y
representativas”.- Jorge Santayana-.
Aviso
para la casta política del Junts pel Sí:
“La
historia de la idea de democracia
no
se deja escribir como historia de las ideas. El significado y la
validez de su concepto están tan fuertemente entretejidos con la
especificidad de su momento histórico que difícilmente se dejan
reconstruir sin esta consideración. Sin embargo, como idea
política nunca
se agota en esta especificidad histórica, sino que frente a ella
conserva su independencia propia. Efectivamente, esta relativa
independencia fundamenta la fuerza legitimadora que tienen las ideas
políticas en cada uno de los conflictos actuales. La
idea de democracia
como principio utópico regulativo, como orientación de valor de una
cultura política y como motivo psicológico de reconocimiento de un
orden político legítimo, solo
puede realizarse cuando al mismo tiempo está dispensada del azar de
una específica situación histórica conflictiva”.-
Helmut Dubiel-
Vicente
Jiménez, en el foro de #RED, a propósito del artículo que escribí
en este blog Políticos
catalanes entre bambalinas y ciudadanos bajo bambalinas,
me sugirió que escribiese otro artículo para recordar a las
personas que se cruzan de brazos a
ver lo que pasa,
que también son culpables ex
aequo junto
a la casta política secesionista catalana, de la inmoralidad del
procés.
Yo
creo que esto nos lleva a dos preguntas: ¿por
qué obedecemos?,
y ¿por qué
luchamos o dejamos de hacerlo en la vida política? Estoicos
y epicúreos nos dieron razón de la actitud frente a la
participación ciudadana. Epicuro recomendó vivir
escondido,
y refugiarse en su programa de sexo,
drogas y rock and roll particular
que consistía en disfrutar de la amistad a la sombra de un olivo y
practicar la virtud para buscar el sosiego del alma. Los estoicos por
el contrario participaban en la política activamente, haciendo
de esa necesidad virtud. Aparte
de su ética, repudiada por Hegel, (quien
quiera hacer filosofía que abandone al estoicismo),
los estoicos nos dejaron los dos saludos de la serenidad
y el conocimiento,
como mixtificación de la Historia en manos de los totalitarismos
fascista y comunista. El saludo estoico con el brazo extendido y la
palma de la mano abierta venían a significar que estaban en el
proceso de alcanzar la fantasía
cataléptica, y
con el puño cerrado, que habían aprehendido dicha fantasía, una
especie de teoría de la evidencia elaborada por Crisipo. En palabras
de Marcel Proust hay
convicciones que generan evidencias.
De cualquier forma, ambos saludos identitarios se diferencian como
modelo antropológico de individualidad y de libertad de los
estoicos, frente a otro del hombre sometido a la colectividad de los
totalitarismos.
El icono secesionista catalán es la estelada,
y quienes se envuelven en ella participan en el proyecto totalitario
de ruptura de España y de golpe de Estado, y se afirman no en la
cultura política de libertad y democracia, sino en el odio y las
mentiras históricas, y por ello dimos razón
de que las emociones no podían fundamentar la ética ni la política,
y que por tanto, el procés
era un acto de inmoralidad. Esa es la esencia del proyecto: vincular
al ciudadano sin
derechos ni libertades
a una Cataluña que exige que seas buen
catalán, es
decir, que repudies a España y a sus símbolos, como rito de
iniciación.
Ahora
bien, si los defensores del SI a la ruptura, tienen claros sus
métodos y fines y asumen con naturalidad
su
irracionalidad, en el sentido de que su ideología no está
vinculada a la razón sino al resentimiento, ¿qué lugar ocupan los
ciudadanos constitucionalistas que permanecen callados? En otras
palabras, ¿es ético mirar para otro lado? Creo que ello nos lleva a
la pregunta de ¿por qué obedecemos?
Carlos
Luis Escudero, confrontando La
Política
de Aristóteles, El
discurso de la servidumbre voluntaria
de Etienne de la Böetie y El
Principe
de Maquiavelo, llega a la conclusión de que “obedecemos porque
está en nuestra naturaleza obedecer (siempre que nos consideremos
esclavos), para Aristóteles; porque tememos al príncipe, siendo
engañados por él, siendo él el garante de la conformación del
Estado como bien común, (el que obedece es el pueblo, nunca el
príncipe) para Maquiavelo, o por simple costumbre y desidia, ya que
si quisiéramos no lo haríamos (el pueblo) para La Böetie”. En
palabras de Jean Francois Revel, de todas la fuerzas que rigen el
mundo, la mentira es la primera de ellas, y de todas las tendencias
del ser humano, la primera es la esclavitud, es decir, a ser dirigido y
gobernado.
Entre la naturaleza y el
conformismo anda el juego de la obediencia, porque o bien “es el
pueblo el que se esclaviza, el que se corta el cuello, ya que
teniendo en sus manos el estar sujeto o ser libre, abandona su
independencia y toma el yugo, consiente en su mal, o más bien lo
persigue” -La Böetie-, o bien es una tendencia natural como
podemos deducir cuando analizamos la forma de dirigir de directivos y
políticos como gorila macho de espalda plateada.
Sea
como fuere, me voy a alejar de la pretensión de fundamentar la
inmoralidad de la mayoría
silenciosa. Entiendo
que su postura vital es acomodaticia, e influenciada por otra
emoción: el miedo.
Ahora bien, en un país donde al menos formalmente gozamos de
derechos y de libertades, la sumisión al nazionalismo,
ha venido no de un miedo insuperable, sino de un miedo anudado al
chantaje,
con covachuelas y renuncias: puestos de trabajo en las
administraciones públicas si hablas catalán, renuncia a la
educación en la lengua vehicular de elección de los padres,
renuncia a rotular el negocio en español, subvenciones nominativas a
medios de comunicación de masas... mientras el miedo de la mayoría
silenciosa
se evaporaba con otra
de gambas en
el bar y con los comentarios de la liga de fútbol convertidos en
panem et
circenses.
Con
este panorama, cualquier acto de libertad se convierte en acción
supererogatoria,
y como diría Spinoza: “ni nos reímos ni nos entristecemos, ni nos
carcajeamos de experiencias humanas, simplemente tratamos de
entenderlas”. No juzgamos, intentamos comprender como nos enseñó
San Agustín, pero esta mayoría
silenciosa, no
forma parte de ese ideal de hombre del Renacimiento que vive conforme
a la máxima de Cicerón: nec
spe, nec metu (sin
miedo y sin esperanza).
¿Dónde
podemos fundamentar la complicidad de los constitucionalistas con la
secesión por su inacción? Evidentemente en la estupidez:
“Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a
las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un
comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la
lógica de un malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de
racionalidad: racionalidad perversa si se quiere, pero al fin y al
cabo racionalidad. (…) Con una persona estúpida todo esto es
imposible.”- Carlo M. Cipolla- Stultorum
infinitus est numerus,
se tradujo en La
Vulgata el
versículo 1-15 del Eclesiastés.
De
manera que a esa mayoría silenciosa,
solo le pedimos que el próximo 27 de septiembre vote a la Nación y
bote a la secesión.
Y se les recuerda que el voto es secreto.
Ahora bien, si a la conducta del
hombre de la calle no se le puede fundamentar la inmoralidad
de su inacción, sí que en cambio podemos hacerlo sin ningún género
de dudas a las asociaciones, sindicatos, empresarios, medios de
comunicación, y a los intelectuales que han callado y comulgado con
ruedas de molino durante treinta años. Sin apenas tiempo para hacer
frente a la plataforma de Junts pel Sí, surgen declaraciones
de dichos colectivos con un denominador común: Cataluña es inviable
económicamente sin España, saldrá de la Unión Europea, del euro,
no podrá pagar las pensiones, etc. Es una reacción tardía y
estúpida porque siguen sin entender que el problema esencial no está
en la pela, sino en los derechos y libertades de los
ciudadanos, en el principio de legalidad y en algo que suele pasar
de largo, y que en el foro de #RED, Vicente Jiménez y otros entre
los que me incluyo, nos irrita: una generación de españoles no tiene derecho a decidir y en definitiva a invalidar el hecho heredado de generaciones precedentes de permanecer unidos. La idea de
democracia solo puede realizarse cuando está dispensada del azar de
una específica situación histórica conflictiva, como nos enseñó
Dubiel.
Los que luchan se abrazan,
sentenció Hegel. Abracémonos no a la manera fascista, comunista,
ni nazionalista, sino haciendo una cadena el día 27 de
septiembre para ir juntos de la mano a las urnas los constitucionalistas.
obedecemos
porque está en nuestra naturaleza obedecer (siempre que nos
consideremos esclavos), para Aromo bien común