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martes, 14 de julio de 2015

¡Queremos promesas, abajo las realidades!

    El modelo filosófico triunfante ha sido el de Parménides y Platón que venía a agrupar la realidad en una categoría. Los clásicos igualmente sentenciaron que la naturaleza no se multiplica sin necesidad. La sencillez con que se nos muestra el mundo pese a la infinitud de todo lo que nos rodea, nos permite elaborar teorías científicas y predecir los fenómenos.
    La cultura organizativa en las sociedades desarrolladas, aborrece no obstante de lo simple, y la complejidad es su denominador común. La alta burocratización colapsa los servicios porque los recursos son siempre limitados pero las necesidades creadas son infinitas. Pensemos en el caos que se produce con mucha frecuencia en el sistema judicial, sanitario, educativo...
    Los ciudadanos exigen todas las prestaciones posibles y los gobiernos procuran dar satisfacción a esas demandas. El problema es que las normas de desarrollo, conllevan en última instancia, protocolos altamente burocratizados que necesitan a su vez de recursos que no han sido dotados previamente. Es decir, cualquier ley de regulación necesita en última instancia de mecanismos que actúan impidiendo su ejecución.
    Pensemos por ejemplo en el desamparo de nuestros mayores pese a la ley de Dependencia, y en la cantidad de expedientes pendientes por resolver en las Administraciones Públicas. Imaginemos que un río por el contrario, no pudiese desembocar en el mar porque primero se tiene que construir el delta, y desviar su cauce para evitar los meandros. La ciencia empírica elabora hipótesis y leyes para predecir los acontecimientos objeto de su marco de aplicación, sin embargo, la burocratización y el hecho de que el derecho es útil en la medida en que no es científico, es decir, que no se rige por los patrones de la ciencia, invalidan a priori la eficacia y eficiencia pretendidas en las exposiciones de motivos. Podemos predecir cuándo se producirá un eclipse solar, pero una campaña de prevención de cualquier enfermedad por ejemplo, puede anularse por falta de presupuesto no dotado o previsto.
    El estado protector se ha convertido en Saturno comiendo a su hijo tal y como nos dejó Goya en una de sus pinturas negras. Y ello ha sido posible porque los políticos nos contemplan en tanto masa y no como individuos. De esta forma el marketing se impone, y se nos vende un paraíso de felicidad al que le faltarán sus árboles frutales, sus arroyos, sus granjas y sus huertas.
    El necio hace suya la máxima de que cuando el coste es cero, la demanda es infinita, y así lo exige porque paga impuestos, sin reparar en el hecho de que nada es gratis, y que no hay maná sin pago al proveedor del servicio.
    La naturaleza no crea nada superfluo, una rosa se dota de espinas para protegerse, pero no exige ser regada con agua del Nilo. La burocracia en cambio, se multiplica sin necesidad hasta llegar a su nivel máximo de incompetencia.
    Si fuéramos capaces de imitar a la naturaleza, eliminaríamos lo superfluo, y no se destinarían fondos públicos para subvencionar gastos totalmente prescindibles, sinecuras y covachuelas, pero a cambio los servicios esenciales podrían funcionar como las leyes en la física, es decir, haciendo predicciones y dejando previstos y resueltos todos los recursos necesarios en el ámbito de su aplicación.
    Para los defensores de las Autonomías, Diputaciones y la duplicidad de los servicios, con la finalidad de satisfacer el hecho diferencial y cultural, imaginemos a modo de ejemplo, que necesitamos conocer el estado de las carreteras para hacer un viaje desde Cádiz hasta Oviedo. Podemos realizar llamadas telefónicas a las diferentes dependencias de cada una de las Autonomías implicadas, o resolverlo llamando directamente a la Dirección General de Tráfico. Es decir, si seguimos los cauces institucionales establecidos, malgastaremos nuestro tiempo y dinero.
    Pero la sociedad está ideada para dar satisfacción a la Estupidez, que tiene como señas de identidad la credulidad y la ausencia de capacidad crítica, por ello las élites políticas siguen vendiendo fuegos artificiales, sabedores de que no serán juzgados por su ineficiencia en la gestión pública. Nos siguen alimentando de promesas que no podrán cumplirse, pero el hecho de haber disparado el despilfarro y la corrupción, ha posibilitado el triunfo de Podemos y de Ciudadanos más allá del resultado final que obtengan en las urnas: el sometimiento a una revisión profunda de todas las Instituciones, sistema electoral y político y del papel de los medios de comunicación. Nada será igual por mucho que se empeñen el PP y  PSOE.
    Sin Autonomías no hay paraíso en la familia extensa política, es decir, sin multiplicar sin necesidad, lo político. Sin devolución de competencias al Estado de Educación, Justicia y Sanidad, no hay igualdad efectiva posible entre españoles. La casta política sigue sin pretender imitar a la naturaleza, aborrecer la demagogia y racionalizar los recursos económicos. El triunfo en las urnas se sigue alimentando de promesas y programas redactados para no cumplirse.
     ¡Basta de realidades; queremos promesas!, fue una de las pintadas del mayo del 68. La ausencia de proyectos, de futuro, se refleja en las campañas electorales: los demás son pardillos que no saben gobernar y nos traerán la ruina; o ya está bien de escándalos de corrupción, en definitiva, nada de certidumbres, nada de seguridad de que nos bajarán los impuestos, se recuperarán las competencias que afectan a los derechos esenciales por parte del Estado, nada de la pretendida reforma del Poder Judicial y de las Administraciones Públicas, separación de poderes y nada que afecte a modificaciones de leyes que movilicen a la opinión pública: aborto y Educación, por ejemplo.
     Todo reducido a controlar el precio del pollo y la inflación, o a remover los cimientos de la Constitución. Es decir, votar o botar, entre lo que Tenemos y Podemos.
     ¡Queremos promesas! ¡Queremos certidumbres! ¡Queremos proyectos

                                                                                                                     Publicado el 16/3/2015