Aviso
para Atresmedia y Mediaset España:
“La
objetividad científica (y periodística) no tiene su origen en la
ausencia de prejuicios (todos somos parciales), sino en tener cuidado
de no permitir que los propios prejuicios influyan en el resultado de
la investigación”.- Jorgensen-.
“No
existe, juzgando con rigor, una ciencia libre de supuestos,
el pensamiento de tal ciencia es impensable, es paralógico: siempre
tiene que haber una filosofía, una fe, para que de ella extraiga la
ciencia una dirección, un sentido, un límite, un método, un
derecho a existir”.-Nietzsche-.
Aviso para los defensores
acendrados de teorías científicas y políticas:
“Con la suficiente brillantez y algo
de suerte, cualquier teoría, aunque sea falsa, puede defenderse
progresivamente durante mucho tiempo”.- Lakatos-.
Aviso
para los intérpretes de los debates políticos:
“Hanson
hace una distinción lógica entre ver y ver eso,
argumentando que son dos aspectos interrelacionados de la visión. Lo
primero se parece al modo en que algo aparece ante alguien: el
componente pictórico de la visión. Lo último se refiere a lo que
alguien considera como verdadero: el componente cognoscitivo de la
visión. Lo que sugiere esta distinción es que desde nuestra
perspectiva como observadores de Brahe y Kepler contemplando el
crepúsculo, Brahe percibe que el Sol se mueve ascendentemente desde
el horizonte, mientras que Kepler percibe que el horizonte, se mueve
alejándose del Sol”.-John Bowden y Ference Marton-.
En España el siete de diciembre -7D-
y con el calificativo de El debate decisivo, se van a
enfrentar los líderes de las cuatro formaciones políticas que según
las encuestas obtendrán mayor número de votos en las próximas
elecciones. Por el PP irá la vicetodo Dña. Soray que
cada vez se postula más como la ungida por Rajoy para todo.
Antes de nada, conviene recordar que el cerebro construye la realidad
y no al revés, y por eso un simpatizante del PSOE verá un debate
diferente al de los votantes de las formaciones políticas rivales.
No hay sabiduría posible ni ciencia ni opinión fuera de un marco de
valores, la asepsia valorativa es un anhelo imposible, pero el marco
de valores en democracia ha de ser el respeto de las reglas de juego.
La democracia no es una partida de ajedrez en la que el árbitro se
limita a levantar acta de la misma sin interpretar las jugadas, es un
régimen de opinión pública con demagogos manipulando a los
ciudadanos.
Al margen del contenido político y de
las propuestas y programas escritos como afirmaba Tierno Galván para
no ser cumplidos, del cuidado de la imagen de cada candidato, y del
marketing de cada formación, entiendo que la demagogia,
auténtica manipuladora de las reglas de juego en la democracia, se
esconde entre bambalinas. Y es que sigue siendo válida la máxima de
Cicerón: la demagogia consiste en resaltar lo obvio para negar lo
evidente.
La primera estrategia demagógica es
apelar al miedo: que viene la derecha, que viene la izquierda,
la Guerra Civil, etc. El miedo es una emoción, y como tal, una
reacción ante eventos significativos, pero en todo caso de origen
irracional, y está reñido con la racionalidad política porque en
última instancia preconiza cierta seguridad psicológica en contra
de la libertad. ¿Es ética la irracionalidad como estrategia en
política? En otras palabras, ¿influir en el voto mediante la
manipulación de emociones es respetar las reglas de juego? No, y
ello además se deriva de un argumento retórico muy usado: el
voto útil. El voto útil como
dirían los lógicos carece de estatuto ontológico, en castizo: no
existe, simplemente es la mera apelación a que se vote a unas siglas
en detrimento de otras con el argumento de que por la Ley D´Hont,
determinadas formaciones no recibirán los escaños suficientes para
conseguir pactos de gobierno o que es posible que finalmente gobierne
una coalición de
perdedores. ¿Es
una actitud democrática fomentar la exclusión de determinados
partidos como podrían ser Vox o Izquierda Unida?
Otra
argucia es desacreditar a candidatos porque carecen de la experiencia
de gobierno, con un argumento
muy fácil de refutar: es la mala experiencia de los ciudadanos de la
acción de un gobierno lo que se pretende cambiar con candidatos no
viciados por el poder o la corrupción. De manera que como diría
Popper a propósito de la verdad científica, la infalibilidad no es
una virtud, es un vicio, y en política la no alternancia de modos de
dirigir, para nada es una virtud, es un vicio que consolida el
clientelismo político. En España ese bipartidismo
ha consolidado como ejemplos un Estado de Autonomías ruinoso y el reparto en el nombramiento de jueces para Tribunales Superiores de Justicia, matando de facto a Montesquieu.
La pompa y circunstancia es inherente
igualmente a la estupidez y la retórica en política. Determinado
líder maneja magistralmente los tiempos, se afirma en los
medios de comunicación. El fracaso de un político como afirmaba
Cambó consiste en pedir lo imposible y retrasar lo inevitable, de
manera que los tiempos de los partidos son meras estrategias
para no enfrentarse a la opinión pública, a sabiendas o no, de que
ello lleva al fracaso y a problemas enquistados e insolubles. El
ejemplo paradigmático en España es la situación que se vive en
Cataluña.
Otra consigna es atribuirse la
ocupación en las cosas que realmente interesan a los españoles,
vicio arraigado en todos los partidos, que es una vuelta a la España
sociológica de Franco: hágame caso, haga como yo, no se meta en
política. En otras palabras, Usted preocúpese de trabajar y
pagar impuestos, que yo me encargaré de sus asuntos y le diré lo
que ha de interesarle. En palabras más filosóficas y siguiendo la
línea de Aristóteles y Carl Smith hasta Chantal Mouffe, y como bien
nos recuerda Trevijano, la invasión de lo político (lo
público) por la política
(lo que queda a disposición del gobierno), para inmiscuirse
finalmente en los asuntos que no pueden ni deben ser objeto de ningún
tipo de regulación como se puede comprobar de una manera muy clara
en la cultura a golpe
de talonario BOE.
Los
eslóganes en campaña
electoral consolidan igualmente la idea de que una Nación es como
una marca comercial y que en definitiva la acción de gobierno es
gestionar los recursos de dicha marca, como si un país pudiera
gobernarse atendiendo a la cuenta de resultados. Mentiras y tretas,
porque en política como decía Fraga, lo que parece, es, y de eso se
trata, de que sea lo que parece, que España va bien, o que España
va mal, o que España necesita un cambio. España no es una
marca, es una Nación
consolidada con el acuerdo de todas las generaciones precedentes de
permanecer unidos y de defender nuestros valores.
Pero
sin duda alguna, la virtud por antonomasia que ha de guiar al
gobernante, al líder, es la prudencia, la
recta ratio agibilium
como la definieron los
escolásticos, es decir, la rectitud de la razón para elegir o para
juzgar el valor de los medios y de los fines a ellos conducentes. No
es una actitud acomodaticia para eludir los problemas y no
enfrentarse a ellos, ni es astucia para ocultar planes que podría
rechazar la opinión pública. Aristóteles definió la prudencia en
relación con la virtud como hábito de elegir, según un término
medio, determinado por la razón tal como lo fijaría el hombre
prudente. En otras palabras, el imprudente no es valiente ni justo
sino temerario o cobarde. Para Santo Tomás de Aquino: “el prudente
precisa conocer tanto los primeros principios universales de la razón
cuanto las realidades concretas sobre las que versa la acción
moral”. ¿Es de líderes prudentes la actitud de no tomar postura
en relación con las acciones conjuntas con los aliados por los
atentados de Francia y aparcar las decisiones para el que venga
detrás del 20D? ¿Es
prudente la remisión constante a órganos judiciales de decisiones
políticas que deberían tomarse en relación con el golpe de Estado
a cámara lenta que se vive en Cataluña?
Tiziano
en su cuadro Alegoría
del Tiempo gobernado por la Prudencia, inscribió
en la parte superior del lienzo: “Ex praeterito -praesens prudenter
agit- ni futuru(m)./Actionem deturpet” (del pasado al presente es
preciso actuar con prudencia para no arruinar la acción futura).
Panofsky interpretó las tres cabezas humanas asociadas a las edades
del hombre representadas a su vez por tres cabezas de animales en
alegoría de la memoria, inteligencia y providencia. El lobo devora
la memoria de las cosas, el león se agita como el presente, y el
perro apacigua en la esperanza, el futuro. Hoy el lobo y el león son
los medios de comunicación de masas seleccionando lo que ha de
recordarse y agitando el presente como el león dejando que sus
intereses ideológicos y económicos influyan en los contenidos de la
información. El perro es el partido de turno vendiendo esperanza en
el futuro pese al fracaso de su gestión. Nec
spe, nec metu, sin miedo
y sin esperanza sentenció Cicerón para ejercer el voto libre como
ejercicio ciudadano. Conocer las cosas en su punto, en su sazón y
saberlas lograr -Gracián- para políticos aspirantes a gobernar y
que tengan presente la máxima del pensamiento cínico: “lo propio
de un Rey es hacer el Bien y que hablen mal de él”.
La
sociedad abierta y la democracia siempre tienen en la demagogia y en
el historicismo a sus enemigos, en palabras de Popper: “El
historicismo se alía precisamente con aquellas ideas que son típicas
de la ingeniería social holística o utópica, como la idea de
modelos para un nuevo
orden, o la de la
planificación
centralizada. Dos
representantes característicos de esta alianza son Platón y Marx.
Platón, un pesimista, creía que todo cambio -o casi todo cambio- es
decadencia: esta era su ley de desarrollo histórico. De acuerdo con
esto, su modelo utópico busca detener todo cambio; es lo que hoy en
día se llamaría estático.
Marx, de otra parte, era un optimista, y quizá (como Spencer)
partidario de una teoría moral historicista. De acuerdo con esto, su
modelo utópico era el de una sociedad en desarrollo o dinámica
más que de una sociedad detenida. Predijo e intentó promover
activamente un desarrollo que culminaría en una utopía ideal en la
que no se conociese coerción política o económica: el Estado se
marchita y desaparece, cada persona colabora libremente de acuerdo
con su habilidad, y todas sus necesidades quedan cubiertas”.
Si
como decía Nietzsche, toda ciencia o política es impensable libre
de supuestos, siempre
tiene que haber una filosofía
que marque la dirección adecuada. Hemos defendido votar sin miedo, y
hemos desenmascarado el voto
útil, pero me posiciono
con Popper quien dedicó su libro La
miseria del historicismo: “En
memoria de los incontables hombres y mujeres de todos los credos,
naciones o razas que cayeron víctimas de la creencia fascista y
comunista en la Leyes Inexorables del Destino Histórico”. El
Nazionalismo y el comunismo siguen
siendo liberticidas aliados en una sociedad plagada de necios e
ingenuos siervos del duopolio televisivo
de Atresmedia y Mediaset España y de un bipartidismo
que ha llegado a sus más altas cotas de miseria moral incapaz de
defender a los españoles libres e iguales, bien sea por inacción,
bien por complicidad o intereses a la hora de formar gobiernos.
Deseo
que el debate del 7D delate a los liberticidas y a los imprudentes en
sentido moral entre los aspirantes, y que no nos cansen viéndolos
bailar, jugar al futbolín, o cantar nanas.