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lunes, 17 de noviembre de 2025

Monte Athos. El monaquismo ortodoxo y la Oración Hesicasta




  "No intentes hablar mucho cuando ores por miedo a que tu espíritu  se distraiga intentando encontrar las palabras. Una sola palabra del publicano apaciguó a Dios y un solo grito de fe salvó al ladrón"-San Juan Clímaco-.

   La naturaleza de Dios no es cognoscible y es inaccesible al hombre, pero como afirmó Goethe, si anhelas lo infinito, ve tras lo finito en todas las direcciones posibles. El monje en oración penetra más allá de la apariencia de las cosas y avanza hacia la luz divina no buscando conocer sino tratando de conseguir dejar de existir. "Coma o beba, esté sentado o trabajando, esté de camino o haciendo cualquier otra cosa, el monje debe de repetir sin cesar, Señor Jesucristo Hijo de Dios ten piedad de mí" (San Juan Crisóstomo).

   La campana llama a Vísperas, con la puesta de sol un nuevo día comienza para los monjes, su forma de cantar se mantiene anclada a la antigua manera de Bizancio en la semioscuridad del Katholicón con sus tres naves e iconos oscuros ante los cuales arden lámparas de aceite y velas entre olor a incienso que logran mantener la intensidad de la oración. Entre las vísperas y los maitines que comienzan de madruga en nuestro calendario, los monjes se encuentran en sus celdas en total oscuridad, silencio y soledad, alejado del mundo con la finalidad de concentrar sus pensamientos en Dios, siguiendo la máxima de San Juan Clímaco: "aquellos cuyo espíritu ha aprendido a orar, verdaderamente hablan con el Señor cara a cara". El sonido del simandrón los llamará al oficio comunitario y se fundirán en una oración común. Rezar para el monje es mantener en forma su espíritu.

  El monaquismo ortodoxo conoce tres grados: después de un período de prueba, el postulante pasa a novicio y empieza a vestir el hábito, el rasophoro que marca el paso de un noviciado a un grado formal de monacato. En el segundo grado el monje pronuncia los votos monásticos, y en el tercero recibe el gran hábito (megaloschemos), accediendo al grado monástico más elevado. Si se le ordena diácono se le denomina hierodiákonos, siendo el hieromónachos el monje sacerdote.

   El monje ortodoxo se esfuerza en mantener su espíritu en estado de vigilancia interior, a esta sobriedad del espíritu o silencio del intelecto se le denomina hesiquía.  La oración hesicasta, también llamada oración espiritual, mental u oración del corazón, concentra la atención del intelecto en el corazón con la pretensión de que la oración se haga con espíritu puro.



   El método del padre Serafín que vivió en un eremitorio próximo al monasterio de San Pantaleón del Monte Athos fue el creador de un método de Oración Hesicasta que podría resumirse en estas pautas metafóricas:

   1. Hay que meditar como la montaña, en el sentido de que proporciona estabilidad, quietud, firmeza, en posición sedente e inmóvil.

   2.  Hay que meditar como la amapola que busca la luz, florece por la mañana y por la tarde es hierba que se seca. En la oración hay que reconocerse frágiles, limitados y conscientes de que todo lo que logremos es pura gracia de Dios y no el resultado de nuestro propio esfuerzo.

  3. Hay que meditar como el océano, cual vaivén de las aguas que se asocian a nuestra respiración inspirando y expirando.

 4. Hay que meditar como un pájaro, como su murmullo permanente que se canturrea y que hace vibrar todo el cuerpo con alegría sencilla y serena repitiendo el Kyrie Eleison, Señor ten piedad, envía tu Espíritu a mí, dejando que fluya la oración.

 5. Hay que meditar como Abraham, intercediendo por la vida de los hombres, no ignorando su corrupción y tendencia a pecar, pero sin desesperar de la misericordia de Dios y dispuesto a una total desposesión de ti mismo y de lo que te es más querido.

  6. Hay que meditar como Jesús, que simboliza y aúna todas las formas posibles, montaña, océano, amapola, paloma y Abraham, con un corazón sin límites amando hasta sus enemigos y verdugos.

   Y lentamente espera a que el Espíritu Santo se instale en el fondo de tu corazón para empezar a comprender lo que es la oración, y la meditación de los hesicastas.



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